domingo, 24 de diciembre de 2017

Música para orar- Especial Nochebuena. Benedicat Vobis (G.F. Haendel)

La voz de los Papas- Especial Nochebuena


En esta noche brilla una «luz grande» (Is 9,1); sobre nosotros resplandece la luz del nacimiento de Jesús. Qué actuales y ciertas son las palabras del profeta Isaías, que acabamos de escuchar: «Acreciste la alegría, aumentaste el gozo» (Is 9,2). Nuestro corazón estaba ya lleno de alegría mientras esperaba este momento; ahora, ese sentimiento se ha incrementado hasta rebosar, porque la promesa se ha cumplido, por fin se ha realizado. El gozo y la alegría nos aseguran que el mensaje contenido en el misterio de esta noche viene verdaderamente de Dios. No hay lugar para la duda; dejémosla a los escépticos que, interrogando sólo a la razón, no encuentran nunca la verdad. No hay sitio para la indiferencia, que se apodera del corazón de quien no sabe querer, porque tiene miedo de perder algo. La tristeza es arrojada fuera, porque el Niño Jesús es el verdadero consolador del corazón.
Hoy ha nacido el Hijo de Dios: todo cambia. El Salvador del mundo viene a compartir nuestra naturaleza humana, no estamos ya solos ni abandonados. La Virgen nos ofrece a su Hijo como principio de vida nueva. La luz verdadera viene a iluminar nuestra existencia, recluida con frecuencia bajo la sombra del pecado. Hoy descubrimos nuevamente quiénes somos. En esta noche se nos muestra claro el camino a seguir para alcanzar la meta. Ahora tiene que cesar el miedo y el temor, porque la luz nos señala el camino hacia Belén. No podemos quedarnos inermes. No es justo que estemos parados. Tenemos que ir y ver a nuestro Salvador recostado en el pesebre. Este es el motivo del gozo y la alegría: este Niño «ha nacido para nosotros», «se nos ha dado», como anuncia Isaías (cf. 9,5). Al pueblo que desde hace dos mil años recorre todos los caminos del mundo, para que todos los hombres compartan esta alegría, se le confía la misión de dar a conocer al «Príncipe de la paz» y ser entre las naciones su instrumento eficaz.
Cuando oigamos hablar del nacimiento de Cristo, guardemos silencio y dejemos que ese Niño nos hable; grabemos en nuestro corazón sus palabras sin apartar la mirada de su rostro. Si lo tomamos en brazos y dejamos que nos abrace, nos dará la paz del corazón que no conoce ocaso. Este Niño nos enseña lo que es verdaderamente importante en nuestra vida. Nace en la pobreza del mundo, porque no hay un puesto en la posada para Él y su familia. Encuentra cobijo y amparo en un establo y viene recostado en un pesebre de animales. Y, sin embargo, de esta nada brota la luz de la gloria de Dios. Desde aquí, comienza para los hombres de corazón sencillo el camino de la verdadera liberación y del rescate perpetuo. De este Niño, que lleva grabados en su rostro los rasgos de la bondad, de la misericordia y del amor de Dios Padre, brota para todos nosotros sus discípulos, como enseña el apóstol Pablo, el compromiso de «renunciar a la impiedad» y a las riquezas del mundo, para vivir una vida «sobria, justa y piadosa» (Tt2,12).
En una sociedad frecuentemente ebria de consumo y de placeres, de abundancia y de lujo, de apariencia y de narcisismo, Él nos llama a tener un comportamiento sobrio, es decir, sencillo, equilibrado, lineal, capaz de entender y vivir lo que es importante. En un mundo, a menudo duro con el pecador e indulgente con el pecado, es necesario cultivar un fuerte sentido de la justicia, de la búsqueda y el poner en práctica la voluntad de Dios. Ante una cultura de la indiferencia, que con frecuencia termina por ser despiadada, nuestro estilo de vida ha de estar lleno de piedad, de empatía, de compasión, de misericordia, que extraemos cada día del pozo de la oración.
Que, al igual que el de los pastores de Belén, nuestros ojos se llenen de asombro y maravilla al contemplar en el Niño Jesús al Hijo de Dios. Y que, ante Él, brote de nuestros corazones la invocación: «Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación» (Sal 85,8).

 (Homilía del Papa Francisco 24 de diciembre de 2015).

Música para orar en Nochebuena- En la más fría noche

viernes, 8 de diciembre de 2017

Música para orar- Solemnidad de la Inmaculada Concepción de María

Solemnidad de la Inmaculada Concepción

Porque preservaste a la Virgen María
     de toda mancha de pecado original,
     para que en la plenitud de la gracia
     fuese digna madre de tu Hijo
     y comienzo e imagen de la Iglesia,
     esposa de Cristo,
     llena de juventud y de limpia hermosura.
     Purísima había de ser, Señor,
     la Virgen que nos diera el Cordero inocente
     que quita el pecado del mundo.
     Purísima a la que, entre los hombres,
     es abogada de gracia,
     y ejemplo de santidad


     (Prefacio de la Eucaristía de la Inmaculada Concepción)


La liturgia nos invita hoy a recordar a María en su Inmaculada Concepción, como la "toda Santa", la llena de gracia que con su Sí, rubricó el plan de Dios para con Ella y con todo el género humano. Dios quiso la aceptación de su criatura más hermosa para comenzar con una obra aún más espectacular que la Creación, la Encarnación de su Hijo Jesucristo para la Salvación de todos los hombres. Así pues, hemos de ver a María como modelo a seguir, en su caridad para con los demás y en su disposición al servicio presto a los demás. 


jueves, 7 de diciembre de 2017

Réplica de la Vera Cruz de Caravaca- cruzdecaravaca.com


En el inicio de diciembre, último mes del Año Santo Jubilar de Caravaca 2017, que se ha estado difundiendo a través de este blog, reseñamos uno de los productos de la empresa Cruzdecaravaca.com. Concretamente esta bella réplica de la Cruz de Caravaca realizada en metal, esmaltada con los mismos colores que la Vera Cruz de Caravaca y con una peana de madera, mide 18, 5 de alta y 9,5 de ancho. Como se refleja en la fotografía es un hermoso recuerdo de Caravaca, pero no solo eso, la cruz una vez llevada a bendecir puede ser un sacramental, como lo son las medallas. 

La Vera Cruz de Caravaca es una Cruz-Relicario que tiene mucha historia. La misma Santa Teresa de Jesús conservó una réplica que le regalaron las monjas carmelitas de Caravaca junto a su lecho y le profesó especial devoción hasta su muerte. 

Además del objeto reseñado, esta tienda posee numerosos modelos de la Vera Cruz, logrados y de diferentes materiales: oro, plata, bronce, metal, madera, etc. Desde el punto de vista cultural, puede ser un detalle para recordar uno de los signos de identidad de la Región de Murcia y por ende del levante español y, desde el religioso, además es un símbolo que recuerda la Pasión de Jesucristo. 

Para más información sobre esta Cruz y sobre otros productos relacionados con la Ciudad Santa, pueden acceder al siguiente enlace:   http://www.cruzdecaravaca.com

Música para orar (víspera de la Inmaculada) Hija de Sión

domingo, 26 de noviembre de 2017

Jesucristo Rey del Universo. Solemnidad

Hoy celebramos la Solemnidad de Jesucristo Rey del Universo. El año litúrgico acaba con esta Fiesta en la que la Iglesia recuerda que Cristo es un Rey que no sigue los patrones de este mundo: su trono es la Santa Cruz, su corona es de espinas, su cetro una caña. La Ley Suprema del Reino es la caridad, el amor al prójimo y la entrega desinteresada por Amor a Él. Su poder y su autoridad las propone desde la humildad. Cristo no "vende" el ser cristiano como un camino fácil, pero, en cambio, promete una paga generosa, el ciento por uno y la vida eterna. Aunque nos parezca imposible desde una perspectiva mundana, ante Él toda rodilla se doblará, en el Cielo, en la Tierra y el abismo, y todo el mundo proclamará que Jesucristo es Señor para Gloria de Dios Padre. 


miércoles, 22 de noviembre de 2017

La Voz de los Santos- San Alfonso María de Ligorio

"Tened por cierto el tiempo que empleéis con devoción delante de este divinísimo Sacramento, será el tiempo que más bien os reportará en esta vida y más os consolará en vuestra muerte y en la eternidad. Y sabed que acaso ganaréis más en un cuarto de hora de adoración en la presencia de Jesús Sacramentado que en todos los demás ejercicios espirituales del día”.


miércoles, 15 de noviembre de 2017

La Voz de los Santos- Santo Cura de Ars (II)

El momento de la muerte es un instante, que no siendo de duración muy perceptible, nos es muy poco conocido, y sin embargo, es el que determina nuestro paso hacia la eternidad. Por no pensar en él o por dedicarle una atención tan secundaria o débil ¡cuántas almas están ahora ardiendo en el infierno por haber desechado ese saludable pensamiento.

El demonio pone gran cuidado en hacernos perder tal recuerdo, pues mejor que nosotros sabe cuán saludable sea para librarnos del pecado y conducirnos a Dios. Los santos cuidaban de jamás perder de vista dicho pensamiento para la salvación de sus almas.
El pensamiento de la muerte produce en nosotros tres efectos:  1º. nos induce a desprendernos del mundo; 2º. modera nuestras pasiones; 3º. nos anima a llevar una vida más santa.

El pensamiento de la muerte produce en nosotros piadosas reflexiones: nos pone delante de nuestros ojos toda nuestra vida;  y entonces pensamos que todo aquello que nos regocija según el mundo durante nuestra vida nos hará llorar lágrimas  en la hora de nuestra muerte; nuestros pecados, que nunca deben borrársenos de nuestra memoria, son otras tantas serpientes que nos devoran; el tiempo que perdimos, las gracias que despreciamos: todo ello se nos representará a la hora de nuestra muerte.


Si pensamos a menudo en nuestra muerte, pondremos gran cuidado en conservar la gracia de Dios; si por desdicha perdiésemos esa gracia, nos daremos prisa a recobrarla, perderemos nuestra afición a los bienes y placeres de este mundo, soportaremos las miserias de nuestra vida con espíritu de penitencia y reconoceremos que Nuestro Señor es quien nos las envía para la expiación de nuestros pecados.


miércoles, 8 de noviembre de 2017

La Voz de los Santos- Santo Cura de Ars (I)

No solo a la vista de un cadáver que llevan a enterrar, debemos tener el pensamiento de la muerte para quitarnos la afición a esta vida y los placeres del mundo, y para llevarnos a pensar seriamente en aquel momento terrible, que debe decidir nuestra eternidad: cielo o infierno, dicha y gozos eternos o desdicha y tormentos sin fin.

Vemos en el evangelio cuan necesario nos es el pensamiento de la muerte para desengañarnos de la vida y para aficionarnos solamente a Dios. Jesucristo quiere que nunca perdamos de vista la consideración de la salida de este mundo para la eternidad. La Iglesia siempre atenta para proporcionarnos los medios más adecuados para inducirnos a trabajar por nuestra salvación, nos evoca, tres veces al año, el recuerdo de los muertos que Jesucristo resucitó: la hija de Jairo, el hijo de la viuda de Nahim y  Lázaro de Betania.

Es cierto que llegará un día en que ya no perteneceremos al mundo de los vivos, y en que nadie pensará en nosotros, como si nunca hubiésemos existido.  Todos iremos algún día al sepulcro, jóvenes o viejos, sanos o enfermos,  tanto la joven mundana que siempre se preocupó por su aspecto, como aquél orgulloso que tan pagado estaba de su talento, de sus riquezas, de su crédito y de su oficio.


Música para orar- Auroros de Santa Cruz - SALVE DE DIFUNTOS

miércoles, 25 de octubre de 2017

La Voz de los Santos- Santa Teresita del Niño Jesús (III)

"La Santísima Virgen me demuestra que nunca deja de protegerme. Enseguida que la invoco, tanto si me sobreviene una inquietud cualquiera, un apuro, inmediatamente recurro a ella, y siempre se hace cargo de mis intereses como la más tierna de las Madres". Santa Teresita de Lisieux


miércoles, 18 de octubre de 2017

La Voz de los Santos- Santa Teresa de Jesús (II)

(…) Su Majestad arranca las malas hierbas y ha de plantar las buenas. Pues hagamos cuenta que está ya hecho esto cuando se determina a tener oración un alma y lo ha comenzado a usar. Y con ayuda de Dios hemos de procurar, como buenos hortelanos, que crezcan estas plantas y tener cuidado de regarlas para que no se pierdan, sino que vengan a echar flores que den de sí gran olor para dar recreación a este Señor nuestro, y así se venga a deleitar muchas veces a esta huerta y a holgarse entre estas virtudes.
Santa Teresa de Jesús.



domingo, 15 de octubre de 2017

Santa Teresa de Jesús- La Voz de los Santos- San Juan Pablo II Magno

MISA EN EL IV CENTENARIO DE LA MUERTE DE SANTA TERESA DE JESÚS
HOMILÍA DE JUAN PABLO II
Solemnidad de Todos los Santos
Ávila, 1 de noviembre de 1982

Venerables hermanos en el Episcopado,
queridos hermanos y hermanas:
1. “Oré y me fue dada la prudencia. Invoqué al Señor y vino sobre mí el espíritu de la sabiduría . . .
La amé más que la salud y la hermosura . . . Todos los bienes me vinieron juntamente con ella, y en sus manos me trajo una riqueza incalculable. Yo me gocé en todos estos bienes, porque es la sabiduría quien los trae”.
He venido hoy a Ávila para adorar la Sabiduría de Dios. Al final de este IV centenario de la muerte de Santa Teresa de Jesús, que fue hija singularmente amada de la Sabiduría divina. Quiero adorar la Sabiduría de Dios, junto con el Pastor de esta diócesis, con todos los obispos de España, con las autoridades abulenses y de Alba de Tormes presididas por Sus Majestades y miembros del Gobierno, con tantos hijos e hijas de la Santa y con todo el Pueblo de Dios aquí congregado, en esta festividad de Todos los Santos.
Teresa de Jesús es arroyo que lleva a la fuente, es resplandor que conduce a la luz. Y su luz es Cristo, el “Maestro de la Sabiduría”, el “Libro vivo” en que aprendió las verdades; es esa “luz del cielo”, el Espíritu de la Sabiduría, que ella invocaba para que hablase en su nombre y guiase su pluma. Vamos a unir nuestra voz a su canto eterno de las misericordias divinas, para dar gracias a ese Dios que es “la misma Sabiduría”.
2. Y me alegra poder hacerlo en esta Ávila de Santa Teresa que la vio nacer y que conserva los recuerdos más entrañables de esta virgen de Castilla. Una ciudad célebre por sus murallas y torres, por sus iglesias y monasterios. Que con su complejo arquitectónico evoca plásticamente ese castillo interior y luminoso que es el alma del justo, en cuyo centro Dios tiene su morada. Una imagen de la ciudad de Dios con sus puertas y murallas, alumbrada por la luz del Cordero.
Todo en esta ciudad conserva el recuerdo de su hija predilecta. “La Santa”, lugar de su nacimiento y casa solariega; la parroquia donde fue bautizada; la catedral, con la imagen de la Virgen de la Caridad que aceptó su temprana consagración; la Encarnación, que acogió su vocación religiosa y donde llegó al culmen de su experiencia mística; San José, primer palomarcito teresiano, de donde salió Teresa, como “andariega de Dios”, a fundar por toda España.
Aquí también yo deseo estrechar todavía más mis vínculos de devoción hacia los Santos del Carmelo nacidos en estas tierras, Teresa de Jesús y Juan de la Cruz. En ellos no sólo admiro y venero a los maestros espirituales de mi vida interior, sino también a dos faros luminosos de la Iglesia en España, que han alumbrado con su doctrina espiritual los senderos de mi patria, Polonia, desde que al principio del siglo XVII llegaron a Cracovia los primeros hijos del Carmelo teresiano.
La circunstancia providencial de la clausura del IV centenario de la muerte de Santa Teresa me ha permitido realizar este viaje que deseaba desde hace tanto tiempo.
3. Quiero repetir en esta ocasión las palabras que escribí al principio de este ano centenario: “Santa Teresa de Jesús está viva, su voz resuena todavía hoy en la Iglesia”. Las celebraciones del año jubilar, aquí en España y en el mundo entero, han ratificado mis previsiones.
Teresa de Jesús, primera Doctora de la Iglesia universal, se ha hecho palabra viva acerca de Dios, ha invitado a la amistad con Cristo, ha abierto nuevas sendas de fidelidad y servicio a la Santa Madre Iglesia. Sé que ha llegado al corazón de los obispos y sacerdotes, para renovar en ellos deseos de sabiduría y de santidad, para ser “luz de su Iglesia”. Ha exhortado a los religiosos y religiosas a “seguir los consejos evangélicos con toda la perfección” para ser “siervos del amor”.
Ha iluminado la experiencia de los seglares cristianos con su doctrina acerca de la oración y de la caridad, camino universal de santidad; porque la oración, como la vida cristiana, no consiste “en pensar mucho, sino en amar mucho” y “todos son hábiles de su natural para amar”.
Su voz ha resonado más allá de la Iglesia católica, suscitando simpatías a nivel ecuménico, y trazando puentes de diálogo con los tesoros de espiritualidad de otras culturas religiosas. Me alegra sobre todo saber que la palabra de Santa Teresa ha sido acogida con entusiasmo por los jóvenes. Ellos se han apoderado de esa sugestiva consigna teresiana que yo quiero ofrecer como mensaje a la juventud de España: “En este tiempo son menester amigos fuertes de Dios”.
Por todo ello quiero expresar mi gratitud al Episcopado Español, que ha promovido este acontecimiento eclesial de renovación. Agradezco también el esfuerzo de la junta nacional del centenario y el de las delegaciones diocesanas. A todos los que han colaborado en la realización de los objetivos del centenario, la gratitud del Papa, que es el agradecimiento en nombre de la Iglesia.
4. Las palabras del Salmo responsorial traen a la memoria la gran empresa fundacional de Santa Teresa: “Bienaventurados los que moran en tu casa y continuamente te alaban . . . Porque más que mil vale un día en tus atrios . . . Y da Yahvé la gracia y la gloria y no niega los bienes . . . Bienaventurado el hombre que en ti confía”.
Aquí en Ávila se cumplió, con la fundación del monasterio de San José, al que siguieron las otras 16 fundaciones suyas, un designio de Dios para la vida de la Iglesia. Teresa de Jesús fue el instrumento providencial, la depositaria de un nuevo carisma de vida contemplativa que tantos frutos tenia que dar.
Cada monasterio de carmelitas descalzas tiene que ser “rinconcito de Dios”, “morada” de su gloria y “paraíso de su deleite”. Ha de ser un oasis de vida contemplativa, “un palomarcito de la Virgen Nuestra Señora”. Donde se viva en plenitud el misterio de la Iglesia que es Esposa de Cristo; con ese tono de austeridad y de alegría característico de la herencia teresiana. Y donde el servicio apostólico en favor del Cuerpo místico, según los deseos y consignas de la Madre Fundadora, pueda siempre expresarse en una experiencia de inmolación y de unidad: “Todas juntas se ofrecen en sacrificio por Dios”. En fidelidad a las exigencias de la vida contemplativa que he recordado recientemente en mi Carta a las carmelitas descalzas, serán siempre el honor de la Esposa de Cristo; en la Iglesia universal y en las Iglesias particulares donde están presentes como santuarios de oración.
Y lo mismo vale para los hijos de Santa Teresa, los carmelitas descalzos, herederos de su espíritu contemplativo y apostólico, depositarios de las ansias misioneras de la Madre Fundadora. Que las celebraciones del centenario infundan también en vosotros propósitos de fidelidad en el camino de la oración y de fecundo apostolado en la Iglesia. Para mantener siempre vivo el mensaje de Santa Teresa de Jesús y de San Juan de la Cruz.
5. Las palabras de San Pablo que hemos escuchado en la segunda lectura de esta Eucaristía, nos llevan hasta ese profundo hontanar de la oración cristiana, de donde brota la experiencia de Dios y el mensaje eclesial de Santa Teresa. Hemos recibido “el espíritu de adopción, por el que clamamos ¡Abbá! (Padre) . . . Y si hijos, también herederos; herederos de Dios, coherederos de Cristo, supuesto que padezcamos con El para ser con El glorificados”.
La doctrina de Teresa de Jesús está en perfecta sintonía con esa teología de la oración que presenta San Pablo, el Apóstol con el que ella se identificaba tan profundamente. Siguiendo al Maestro de la oración, en plena consonancia con los Padres de la Iglesia, ha querido enseñar los secretos de la plegaria comentando la oración del Padre nuestro.
En la primera palabra, ¡Padre!, la Santa descubre la plenitud que nos confía Jesucristo, maestro y modelo de la oración. En la oración filial del cristiano se encuentra la posibilidad de entablar un diálogo con la Trinidad que mora en el alma de quien vive en gracia, como tantas veces experimentó la Santa: “Entre tal hijo y tal Padre - escribe -, forzado ha de estar el Espíritu Santo que enamore vuestra voluntad y os la ate tan grandísimo amor . . .”. Esta es la dignidad filial de los cristianos: poder invocar a Dios como Padre, dejarse guiar por el Espíritu, para ser en plenitud hijos de Dios.
6. Por medio de la oración Teresa ha buscado y encontrado a Cristo. Lo ha buscado en las palabras del Evangelio que va desde su juventud “hacían fuerza en su corazón”; lo ha encontrado “trayéndolo presente dentro de sí”; ha aprendido a mirarlo con amor en las imágenes del Señor de las que era tan devota; con esta Biblia de los pobres —las imágenes— y esta Biblia del corazón —la meditación de la palabra— ha podido revivir interiormente las escenas del Evangelio y acercarse al Señor con inmensa confianza.
¡Cuántas veces ha meditado Santa Teresa aquellas escenas del Evangelio que narran las palabras de Jesús a algunas mujeres! ¡Qué gozosa libertad interior le ha procurado, en tiempos de acentuado antifeminismo, esta actitud condescendiente del Maestro con la Magdalena, con Marta y María de Betania, con la Cananea y la Samaritana, esas figuras femeninas que tantas veces recuerda la Santa en sus escritos! No cabe duda que Teresa ha podido defender la dignidad de la mujer y sus posibilidades de un servicio apropiado en la Iglesia desde esta perspectiva evangélica: “No aborrecisteis, Señor de mi alma, cuando andabais por el mundo, las mujeres, antes las favorecisteis siempre con mucha piedad...”.
La escena de Jesús con la Samaritana junto al pozo de Sicar que hemos recordado en el Evangelio, es significativa. El Señor promete a la Samaritana el agua viva: “Quien bebe de esta agua, volverá a tener sed; pero el que beba del agua que yo le diere, no tendrá jamás sed, que el agua que yo le dé se hará en él una fuente que salte hasta la vida eterna”.
Entre las mujeres santas de la historia de la Iglesia, Teresa de Jesús es sin duda la que ha respondido a Cristo con el mayor fervor del corazón: ¡Dame de esta agua! Ella misma nos lo confirma cuando recuerda sus primeros encuentros con el Cristo del Evangelio: “¡Oh, qué de veces me acuerdo del agua viva que dijo el Señor a la Samaritana!, y así soy muy aficionada a aquel Evangelio”. Teresa de Jesús, como una nueva Samaritana, invita ahora a todos a acercarse a Cristo, que es manantial de aguas vivas.
Cristo Jesús, el Redentor del hombre, fue el modelo de Teresa. En El encontró la Santa la majestad de su divinidad y la condescendencia de su humanidad: “Es gran cosa mientras vivimos y somos humanos, traerle humano”; “veía que aunque era Dios, que era Hombre, que no se espanta de las flaquezas de los hombres”. ¡Qué horizontes de familiaridad con Dios nos descubre Teresa en la humanidad de Cristo! ¡Con qué precisión afirma la fe de la Iglesia en Cristo que es verdadero Dios y verdadero hombre! ¡Cómo lo experimenta cercano, “companero nuestro en el Santísimo Sacramento”!
Desde el misterio de la Humanidad sacratísima que es puerta, camino y luz, ha llegado hasta el misterio de la Santísima Trinidad, fuente y meta de la vida del hombre, “espejo adonde nuestra imagen está esculpida”. Y desde la altura del misterio de Dios ha comprendido el valor del hombre, su dignidad, su vocación de infinito.
7. Acercarse al misterio de Dios, a Jesús, “traer a Jesucristo presente” constituye toda su oración.
Esta consiste en un encuentro personal con aquel que es el único camino para conducirnos al Padre. Teresa reaccionó contra los libros que proponían la contemplación como un vago engolfarse en la divinidad o como un “no pensar nada” viendo en ello un peligro de replegarse sobre uno mismo, de apartarse de Jesús del cual nos “vienen todos los bienes”. De aquí su grito: “Apartarse de Cristo . . . no lo puedo sufrir”. Este grito vale también en nuestros días contra algunas técnicas de oración que no se inspiran en el Evangelio y que prácticamente tienden a prescindir de Cristo, en favor de un vacío mental que dentro del cristianismo no tiene sentido. Toda técnica de oración es válida en cuanto se inspira en Cristo y conduce a Cristo, el camino, la verdad y la vida.
Bien es verdad que el Cristo de la oración teresiana va más allá de toda imaginación corpórea y de toda representación figurativa; es Cristo resucitado, vivo y presente, que sobrepasa los límites de espacio y lugar, siendo a la vez Dios y hombre. Pero a la vez es Jesucristo, Hijo de la Virgen que nos acompaña y nos ayuda.
Cristo cruza el camino de la oración teresiana de extremo a extremo, desde los primeros pasos hasta la cima de la comunión perfecta con Dios. Cristo es la puerta por la que el alma accede al estado místico. Cristo la introduce en el misterio trinitario. Su presencia en el desenvolvimiento de este “trato amistoso” que es la oración es obligado y necesario: El lo actúa y genera. Y El es también objeto del mismo. Es el “libro vivo”, Palabra del Padre. El hombre aprende a quedarse en profundo silencio, cuando Cristo le enseña interiormente “sin ruido de palabras”; se vacía dentro de sí “mirando al Crucificado”. La contemplación teresiana no es búsqueda de escondidas virtualidades subjetivas por medio de técnicas depuradas de purificación interior, sino abrirse en humildad a Cristo y a su Cuerpo místico, que es la Iglesia.
8. En mi ministerio pastoral he afirmado con insistencia los valores religiosos del hombre, con quien Cristo mismo se ha identificado; ese hombre que es el camino de la Iglesia, y por lo tanto determina su solicitud y su amor, para que todo hombre alcance la plenitud de su vocación.
Santa Teresa de Jesús tiene una enseñanza muy explícita sobre el inmenso valor del hombre: “¡Oh Jesús mío! —exclama en una hermosa oración—, cuán grande es el amor que tenéis a los hijos de los hombres, que el mejor servicio que se os puede hacer es dejaros a Vos por su amor y ganancia y entonces sois poseído más enteramente... Quien no amare al prójimo, no os ama, Señor mío; pues con tanta sangre vemos mostrado el amor tan grande que tenéis a los hijos de Adán”. Amor de Dios y amor del prójimo, unidos indisolublemente; son la raíz sobrenatural de la caridad, que es el amor de Dios, y con la manifestación concreta del amor del prójimo, esa “más cierta señal” de que amamos a Dios.
9. El eje de la vida de Teresa como proyección de su amor por Cristo y su deseo de la salvación de los hombres fue la Iglesia. Teresa de Jesús “sintió la Iglesia”, vivió “la pasión por la Iglesia” como miembro del Cuerpo místico.
Los tristes acontecimientos de la Iglesia de su tiempo, fueron como heridas progresivas que suscitaron oleadas de fidelidad y de servicio. Sintió profundamente la división de los cristianos como un desgarro de su propio corazón. Respondió eficazmente con un movimiento de renovación para mantener resplandeciente el rostro de la Iglesia santa. Se fueron ensanchando los horizontes de su amor y de su oración a medida que tomaba conciencia de la expansión misionera de la Iglesia católica; con la mirada y el corazón fijos en Roma, el centro de la catolicidad, con un afecto filial hacia “el Padre Santo”, como ella llama al Papa, que le llevó incluso a mantener una correspondencia epistolar con mi predecesor el Papa Pío V. Nos emociona leer esa confesión de fe con la que rubrica el libro de las Moradas: “En todo me sujeto a lo que tiene la Santa Iglesia Católica Romana, que en esto vivo y protesto y prometo vivir y morir”.
En Ávila se encendió aquella hoguera de amor eclesial que iluminaba y enfervorizaba a teólogos y misioneros. Aquí empezó aquel servicio original de Teresa en la Iglesia de su tiempo; en un momento tenso de reformas y contrarreformas optó por el camino radical del seguimiento de Cristo, por la edificación de la Iglesia con piedras vivas de santidad; levantó la bandera de los ideales cristianos para animar a los capitanes de la Iglesia. Y en Alba de Tormes, al final de una intensa jornada de caminos fundacionales, Teresa de Jesús, la cristiana verdadera y la esposa que deseaba ver pronto al Esposo, exclama: “Gracias... Dios mío..., porque me hiciste hija de tu Santa Iglesia católica”. O como recuerda otro testigo: “Bendito sea Dios..., que soy hija de la Iglesia”.
¡Soy hija de la Iglesia! He aquí el título de honor y de compromiso que la Santa nos ha legado para amar a la Iglesia, para servirla con generosidad.
10. Queridos hermanos y hermanas: Hemos recordado la figura luminosa y siempre actual de Teresa de Jesús, la hija singularmente amada de la divina Sabiduría, la andariega de Dios, la Reformadora del Carmelo, gloria de España y luz de la Santa Iglesia, honor de las mujeres cristianas, presencia distinguida en la cultura universal.
Ella quiere seguir caminando con la Iglesia hasta el final de los tiempos. Ella que en el lecho de muerte decía: “Es hora de caminar”. Su figura animosa de mujer en camino, nos sugiere la imagen de la Iglesia, Esposa de Cristo, que camina en el tiempo ya en el alba del tercer milenio de su historia.
Teresa de Jesús que supo de las dificultades de los caminos, nos invita a caminar llevando a Dios en el corazón. Para orientar nuestra ruta y fortalecer nuestra esperanza nos lanza esa consigna, que fue el secreto de su vida y de su misión: “Pongamos los ojos en Cristo nuestro bien”, para abrirle de par en par las puertas del corazón de todos los hombres. Y así el Cristo luminoso de Teresa de Jesús será, en su Iglesia, “Redentor del hombre, centro del cosmos y de la historia”.
¡Los ojos en Cristo! Para que en el camino de la Iglesia, como en los caminos de Teresa que partieron de esta ciudad de Ávila, Cristo sea “camino, verdad y vida”. Así sea.

miércoles, 11 de octubre de 2017

La Voz de los Santos- Teresa de Jesús (Vuestra soy y para vos nací)

Vuestra soy, para vos nací:
¿qué mandáis hacer de mi?

Soberana Majestad,
eterna sabiduría,
Bondad buena al alma mía;
Dios, Alteza, un Ser, Bondad:
la gran vileza mirad,
que hoy os canta amor así:
¿qué mandáis hacer de mi?

Vuestra soy, pues me criastes,
vuestra pues me redimistes,
vuestra, pues que me sufristes,
vuestra pues que me llamastes.
vuestra, porque me esperastes,
vuestra pues no me perdí,
¿qué mandáis hacer de mi?

¿Qué mandáis, pues, buen Señor,
que haga tan vil criado?
¿Cuál oficio le habéis dado
a este esclavo pecador?
veisme aquí, mi dulce amor,
amor dulce veisme aquí:
¿qué mandáis hacer de mi?

Veis aquí mi corazón,
yo le pongo en vuestra palma;
mi cuerpo, mi vida y alma,
mis entrañas y afición.
Dulce esposo y redención,
pues por vuestra me ofrecí,
¿qué mandáis hacer de mi?

Dadme muerte, dadme vida;
dad salud o enfermedad,
honra o deshonra me dad,
dadme guerra o paz crecida,
flaqueza o fuerza cumplida,
que a todo digo que sí:
¿qué mandáis hacer de mi?

Dadme riqueza o pobreza,
dad consuelo o desconsuelo,
dadme alegría o tristeza,
dadme inferno o dadme cielo,
vida dulce, sol sin velo,
pues del todo me rendí:
¿qué mandáis hacer de mi?

Si queréis dadme oración;
si no, dadme sequedad,
si abundancia y devoción,
y si no esterilidad.
Soberana Majestad:
sólo hallo paz aquí,
¿qué mandáis hacer de mi?

Dadme pues sabiduría,
o, por amor, ignorancia;
dadme años de abundancia,
o de hambre y carestía.
Dad tiniebla o claro día,
revolvedme aquí y allí,
¿qué mandáis hacer de mi?

Si queréis que esté holgando,
quiero por amor holgar,
si me mandáis trabajar,
morir quiero trabajando;
decid dónde, cómo y cuándo,
decid dulce amor decid:
¿qué mandáis hacer de mi?

Dadme Calvario o Tabor,
desierto o tierra abundosa;
sea Job en el dolor,
o Juan que al pecho reposa;
sea viña fructuosa,
o estéril, si cumple así:
¿qué mandáis hacer de mi?

Sea José puesto en cadena,
o de Egipto adelantado,
o David sufriendo pena,
o ya David encumbrado.
Sea Jonás anegado,
O libertado de allí:
¿qué mandáis hacer de mi?

Haga fruto o no lo haga,
esté callando o hablando,
muéstreme la ley mi llaga,
goce de Evangelio blando;
esté penando o gozando,
sólo vos en mí vivid.
¿qué mandáis hacer de mi?
Vuestra soy, para vos nací:
¿qué mandáis hacer de mi?

sábado, 7 de octubre de 2017

Santísima Virgen del Rosario (especial la Voz de los Santos)

"El Rosario, en efecto, aunque se distingue por su carácter mariano, es una oración centrada en la cristología. En la sobriedad de sus partes, concentra en sí la profundidad de todo el mensaje evangélico, del cual es como un compendio. En él resuena la oración de María, su perenne Magnificat por la obra de la Encarnación redentora en su seno virginal. Con él, el pueblo cristiano aprende de María a contemplar la belleza del rostro de Cristo y a experimentar la profundidad de su amor. Mediante el Rosario, el creyente obtiene abundantes gracias, como recibiéndolas de las mismas manos de la Madre del Redentor."
San Juan Pablo II- Magno

jueves, 5 de octubre de 2017

Nuestra Señora del Rosario en sus Misterios Dolorosos- Cofradía de la Caridad Murcia


La Santísima Virgen vivió de una manera especialmente intensa los Misterios Dolorosos de la Pasión de su Hijo Jesucristo que hoy se meditan en todo el mundo, por medio de la oración que Ella misma revelara a Santo Domingo de Guzmán. En la víspera de la Fiesta de Nuestra Señora del Rosario, compartimos esta bella imagen de Nuestra Señora del Rosario en sus Misterios Dolorosos, obra de Ramón Cuenca Santo, que pertenece a la Muy Ilustre Cofradía de la Caridad de Murcia, con sede canónica en la Iglesia de Santa Catalina de Murcia y que procesiona Sábado Santo.

miércoles, 4 de octubre de 2017

La Voz de los Santos- Santa Teresa de Lisieux (II)


"Para mí, la oración es un impulso del corazón, una simple mirada dirigida al cielo, un grito de agradecimiento y de amor, tanto en medio del sufrimiento con en medio de la alegría. En una palabra, es algo grande, algo sobrenatural que me dilata el alma y me une a Jesús".


domingo, 1 de octubre de 2017

La Oración en el Huerto- Cofradía de la Caridad- Murcia

Hoy es el día de los Santos Ángeles Custodios. Jesús también lo tuvo cerca de sí en la agonía del huerto de los Olivos, en Getsemaní. Esta hermosa estampa muestra el grupo escultórico de La Oración en el Huerto, obra del escultor Arturo Serra Gómez y que pertenece a la Muy Ilustre y Venerable Cofradía del Santísimo Cristo de la Caridad. Procesiona en la noche del Sábado de Pasión por las calles de Murcia Pueden encontrar más información en la siguiente página web:  http://www.cofradiadelacaridad.com/page.pasos

Santa Teresita del Niño Jesús Doctora de la Iglesia- Especial

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BREVES DATOS BIOGRÁFICOS-
Fecha de nacimiento- 2 de enero de 1873- Bautizada en la Iglesia de Nôtre-Dame. Ingresó en el Carmelo de Lisieux en 1888 e hizo su profesión religiosa dos años después en la fiesta de la Natividad de la Santísima Virgen. Se caracterizó por su profunda humildad y entrega a Dios. Por indicación de su Superiora escribió algunos escritos que contuvieron una profunda sabiduría divina inusitada en una persona tan joven y solo explicable a través de la inspiración de Dios mismo, que la instruía en lo secreto de su corazón. 

Su salud quebradiza y su vida contemplativa no le impidió contar con un ardiente corazón misionero, cuya oración era una permanente y sólida columna que buscaba ayudar a que la Evangelización diera fruto abundante. Tras una vida de abnegación y sufrimiento paciente y entregado, falleció el 30 de septiembre de 1897, dando sentido a las palabras que escribiera a su amigo el misionero Belliére "Yo no muero, entro en la vida". Su intención era no descansar tras su muerte y dedicarse a orar de forma incansable ante el Padre Eterno para derramar una "lluvia de rosas" sobre la humanidad. 
Fue canonizada el 17 de mayo de 1925 por el Papa Pío XII y proclamada ese mismo año Patrona Universal de las Misiones. Con ocasión del Centenario de su muerte, San Juan Pablo II Magno la declaró Doctora de la Iglesia en reconocimiento a su riquísima sabiduría espiritual. 



Especial música: Lo que agrada a Dios



La voz de los Papas- Papa Emérito Benedicto XVI





sábado, 30 de septiembre de 2017

María Santísima de la Villa- Madrid


Honremos a María este sábado contemplando esta hermosa Imagen de María Santísima de la Villa que se venera en la Parroquia de San José de Calasanz de Madrid y que pertenece a la Ilustre Cofradía de María Santísima de la Villa Coronada. Es una talla del escultor Castera. En la siguiente página pueden encontrar más información sobre esta Imagen, sus cultos y la Cofradía que la venera: http://www.virgendelavilla.es/

viernes, 29 de septiembre de 2017

Santos Arcángeles: San Miguel, San Gabriel y San Rafael



Hoy celebramos la Fiesta de los Arcángeles San Rafael, San Gabriel y San Miguel.
     - San Gabriel es el Mensajero de Dios, es el Arcángel que anunció a María la Buena Noticia, la Encarnación del Hijo de Dios en su vientre.
       - San Rafael. Su nombre significa "medicina de Dios". Aparece en el "Libro de Tobías".
       - San Miguel. Su nombre significa "Quién como Dios". Es conocido como el "Príncipe de la Milicia Celestial". Se halla en una lucha permanente contra Satanás. Es representado como un guerrero.
          El Papa León XIII escribió en 1884 una oración para que fuera leída tras cada Eucaristía.

"San Miguel Arcángel,
defiéndenos en la batalla.
Sé nuestro amparo
contra la perversidad y asechanzas
del demonio.
Reprímale Dios, pedimos suplicantes,
y tú Príncipe de la Milicia Celestial,
arroja al infierno con el divino poder
a Satanás y a los otros espíritus malignos
que andan dispersos por el mundo
para la perdición de las almas.
Amén." 
(Aunque no es obligación, se puede continuar con gran provecho  la práctica de rezar esta oración después de la Santa Misa como se hacía antes del Conc. Vat. II.)

miércoles, 27 de septiembre de 2017

La voz de los Santos- Santa Teresita de Lisieux

No poseo el valor para buscar plegarias hermosas en los libros; al no saber cuales escoger, reacciono como los niños; le digo sencillamente al buen Dios lo que necesito y Él siempre me comprende.


domingo, 24 de septiembre de 2017

Nuestra Señora de Torreciudad

Nuestra Señora de Torreciudad es una imagen romántica datada en torno al siglo XI que recibe culto en el Santuario del mismo nombre en Aragón. Es una talla que representa a María como "sedes sapientae". Tanto la devoción a la misma como el Santuario están estrechamente vinculados al Opus Dei y a la vida de su fundador San José María Escrivá de Balaguer. Pueden obtener más información acerca de esta devoción y del santuario en el siguiente enlace: http://www.torreciudad.org


viernes, 15 de septiembre de 2017

Santísima Virgen de los Dolores

La madre piadosa estaba
junto a la Cruz y lloraba,
mientras el Hijo pendía.
Cuya alma triste y llorosa,
traspasada y dolorosa,
fiero cuchillo tenía.
Oh, cuán triste y afligida
se vio la Madre escogida,
de tantos tormentos llena.
Cuando triste contemplaba
y dolorosa miraba
del Hijo amado la pena.
Y ¿cuál hombre no llorara
si a la Madre contemplara
de Cristo en tanto dolor?
Y ¿quién no se entristeciera,
piadosa Madre, si os viera
sujeta a tanto rigor?
Por los pecados del mundo
vio Jesús en tan profundo
tormento la dulce Madre;
Vió morir al Hijo amado,
que rindió, desamparado,
el espíritu a su Padre.
Oh Madre, fuente de amor,
hazme sentir tu dolor
para que llore contigo.
Y que por mi Cristo amado,
mi corazón abrasado
más viva en él que conmigo.
Y porque a amarte me anime
en mi corazón imprime
las llagas que tuvo en sí.
Y de tu Hijo, Señora,
divide conmigo ahora
las que padeció por mí.
Hazme contigo llorar
y de veras lastimar
de su pena mientras vivo.
Porque acompañar deseo
en la Cruz, donde le veo
tu corazón compasivo.
Virgen de vírgenes santas,
llore yo con ansias tantas
que el llanto dulce me sea.
Porque tu pasión y muerte
tenga en mi alma de suerte
que siempre sus penas vea.
Haz que su Cruz me enamore;
y que en ella viva y more,
de mi fe y amor indicio.
Porque me inflame y encienda
y contigo me defienda
en el día del juicio.
Haz que me ampare la muerte
de Cristo, cuando en tan fuerte
trance vida y alma estén.
Porque cuando quede en calma
el cuerpo, vaya mi alma
a su eterna gloria. Amén.

jueves, 14 de septiembre de 2017

Cruz Gloriosa, Cruz Jubilar


Nos gloriamos de proclamar la Gloria de Dios que por la Cruz redimió al mundo y a nosotros pecadores especialmente en esta fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz. Recordamos este año de una manera especial el Año Jubilar de la Ciudad Santa, Caravaca de la Cruz e invitamos a todo el que quiera visitar la Santa Reliquia que peregrine hacia la Basílica Santuario de la Santísima y Vera Cruz de Caravaca, para obtener la acreditación del Jubileo se debe peregrinar desde la Iglesia del Salvador, pero se puede alcanzar la indulgencia plenaria siempre que se haya confesado, se rece la oración jubilar y por las intenciones del Santo Padre, se participe en la Eucaristía y se comulgue. (La confesión debe hacerse unos días antes o después del día de la peregrinación). En este enlace pueden ampliar la información:


POEMA A LA VERA CRUZ

Luz gloriosa de esplendor
que fuiste para el mismo Dios
un trono de inmenso dolor,
también fuiste un instrumento
en medio del padecimiento,
para el Cristo Redentor.
Y en la Resurrección brillaste
con la gloria transfigurada
y a todo el mundo anunciaste
en la mañana de Pascua,
la Victoria del Señor.
Cruz del Amor Infinito
junto a ti está siempre María
que nos muestra a Jesucristo
Fuente de toda alegría.
© DyL

viernes, 8 de septiembre de 2017

8 de septiembre- Natividad de la Santísima Virgen


Celebramos hoy la Fiesta de la Natividad de la Santísima Virgen María. Pese a que el Evangelio no nos da datos del nacimiento de María, hay tradiciones que llevaron a la Iglesia a fijarla el 8 de septiembre, esta fiesta se instauró en el siglo VI en Oriente y pasó a celebrarse en Occidente al siguiente siglo.

jueves, 22 de junio de 2017

La Voz de los Santos (Sagrado Corazón de Jesús)- Santa Margarita María de Alacoque


"A pesar de toda oposición, este Divino Corazón eventualmente triunfará. Dichosos los que han sido instrumentos para establecer su Reinado" (Santa Margarita María de Alacoque)

jueves, 15 de junio de 2017

La Voz de los Santos (Corpus Christi)- San Juan XXIII





"La Eucaristía, infundiendo en el corazón del hombre una nueva energía -el amor sobrenatural-, refuerza, encauza y purifica el afecto humano, haciéndolo más sólido y más auténtico. Cuando tiene a Dios en su pecho, todo el hombre queda armonizado en sí mismo... En el sacramento divino, el Señor está sumido en el silencio para escucharnos".

jueves, 8 de junio de 2017

La Voz de los Santos (Santísima Trinidad)- San Agustín




«Fíjate en las Personas, no las confundas. Distínguelas inteligentemente, no las separes pérfidamente, no sea que por huir de Caribdis, caigas en Escila. Estabas a punto de ser devorado por las fauces impías de los sabelianos, si decías que el Padre era el mismo que es el Hijo. Ahora ya lo sabes: "No estoy solo, sino yo y el Padre, que me envió". Sabes que el Padre es el Padre y que el Hijo es el Hijo. Esto lo reconoces, pero no digas que el Padre es mayor y el Hijo es menor; que el Padre es el oro y el Hijo es la plata. Sólo hay una substancia, una divinidad, una coeternidad, igualdad perfecta; ninguna desigualdad. Pues si solamente crees que Cristo es otro distinto del Padre, pero no de la misma naturaleza, habrás salvado el peligro de Caribdis, pero te has estrellado contra las rocas de Escila. Navega por el medio huyendo de uno y otro extremo... El Hijo es otro, porque no es el mismo que el Padre, y el Padre es otro, porque no es el mismo que el Hijo. Pero no es otra cosa, porque el Padre y el Hijo son la misma cosa. ¿Qué es esa misma cosa? Un solo Dios»

jueves, 1 de junio de 2017

La Voz de los Santos (Especial Pentecostés)- San Juan de Ávila


 ** “¡Oh soplo bienaventurado, que llevas las naos al cielo! Muy peligroso es este mar que navegamos; pero con este aire y tal Piloto seguro iremos. ¡Cuántas naves van perdidas! ¡Cuántos vientos contrarios corren y grandes peligros! Mas en soplando tú, piadoso Consolador, las vuelves a puerto seguro. ¿Quién podrá contra los bienes que nos haces y los males de que nos guardas? De allá sales como viento y allá vuelve, al Padre y al Hijo; de allá te espiran y allá espiras tú a tus amigos; allá los guías, allá los llevas, para allá los quieres”. (San Juan de Ávila)

miércoles, 24 de mayo de 2017

La Voz de los Santos (Fiesta de Santa María Auxiliadora)- San Juan Bosco


  • Santa María protege a los que están en la necesidad, anima a quien ha perdido la esperanza, fortifica las debilidades, ruega por el pueblo, asiste a los sacerdotes, intercede por las mujeres consagradas, que oigan tu materna ternura todos los que suplican tu ayuda.
  • En el cielo nos quedaremos gratamente sorprendidos al conocer todo lo que María Auxiliadora ha hecho por nosotros en la tierra.
  • Confía en María Auxiliadora y verás lo que son los milagros.

jueves, 18 de mayo de 2017

La Voz de los Santos- San Bernardo



"Cuando las tentaciones pongan en peligro tu salvación y la tristeza te quite las fuerzas y los deseos de seguir trabajando por conseguir la santidad, acuérdate de María y llámala en tu ayuda; llámala insistentemente como el niño aterrorizado pide ayuda a su madre y Ella, que es causa de nuestra alegría, correrá a ayudarte. Te desafío a que hagas la prueba. No te fallará ni una sola vez." (San Bernardo)

sábado, 13 de mayo de 2017

Especial La voz de los Santos- Juan Pablo II Magno y la Virgen de Fátima (I)


Homilía de San Juan Pablo II Magno- Fátima 13 de Mayo de 1982.

1. "Y a partir de aquel momento, el discípulo la recibió en su casa" (Jn,19- 27) Con estas palabras termina el Evangelio de la Liturgia de hoy, aquí en Fátima. El nombre del discípulo era Juan. Precisamente él, Juan, hijo de Zebedeu, apóstol y evangelista, oyó desde lo alto de la Cruz las palabras de Cristo: "He aquí a tu Madre". Anteriormente, Jesús había dicho a la propia Madre: "Señora, He aquí a Tu hijo". Este fue un testamento maravilloso. Al dejar este mundo, Cristo dio a Su Madre un hombre que fuese para Ella como un hijo: Juan. A Ella lo confió. Y, en consecuencia de esta donación y de este acto de entrega, María se tornó madre de Juan. La Madre de Dios se tornó Madre del hombre. Y, a partir de aquel momento, Juan "la recibió en su casa". Juan se tornó también en amparo terrenal de la Madre de su Maestro; es derecho y deber de los hijos, efectivamente, asumir el cuidado de la madre. Pero por encima de todo, Juan se tornó por voluntad de Cristo, en el hijo de la Madre de Dios. Y, en Juan, todos y cada uno de los hombres se tornaron hijos de Ella.
2. "La recibió en su casa" - esta frase significa, literalmente, en su habitación. Una manifestación particular de la maternidad de María en relación a los hombres, son los lugares en que Ella se encuentra con ellos; las casas donde Ella habita; casas donde se siente una presencia toda particular de la Madre. Estos lugares y estas casas son numerosísimos y de una gran variedad: desde los oratorios en las casas y los nichos a lo largo de los caminos, donde sobresale luminosa la imagen de la Santa Madre de Dios, hasta las capillas y las iglesias construidas en Su honra. Hay sin embargo, algunos lugares, en los cuales los hombres sienten particularmente viva la presencia de la Madre. No raro, estos sitios irradian ampliamente su luz y atraen a sí personas de lejos. Su círculo de irradiación puede extenderse al ámbito de una diócesis, a una nación entera, a veces a varios países y hasta los diversos continentes. Estos lugares son los Santuarios Marianos. En todos ellos se realiza de manera admirable aquel testamento singular del Señor Crucificado: allí el hombre se siente entregado y confiado a María y viene para estar con Ella, como se está con la propia Madre. Le abre su corazón y le habla de todo: "La recibe en su casa", dentro de todos sus problemas, a veces difíciles. Problemas propios y de otros. Problemas de las familias, de las sociedades, de las naciones, de la humanidad entera.
3. ¿No sucede así, por ventura, en el santuario de Lourdes en Francia? ¿No es igualmente así, en Jasna Góra en tierras polacas, en el santuario de mi País, que este año celebra su jubileo de los seiscientos años? Parece que también allá, como en tantos otros santuarios marianos esparcidos por el mundo, con una fuerza de autenticidad particular, resuenan estas palabras de la Liturgia del día de hoy: "Tu eres la honra de nuestro pueblo" (Judit, 15-10); y también aquellas otras: "Ante la humillación de nuestra gente", "... aliviaste nuestro abatimiento, con tu rectitud, en la presencia de nuestro Dios"(Judt. 13-20). Estas palabras resuenan aquí en Fátima casi como eco particular de las experiencias vividas no sólo por la Nación portuguesa, sino también por tantas otras naciones y pueblos que se encuentran sobre la faz de la tierra; o mejor, ellas son el eco de las experiencias de toda la humanidad contemporánea, de toda la familia humana.
4. Vengo hoy aquí, porque exactamente en este mismo día del mes, el año pasado, se daba, en la Plaza de San Pedro, en Roma, el atentado a la vida del Papa, que misteriosamente coincidía con el aniversario de la primera aparición en Fátima, la cual se verificó el 13 de Mayo de 1917. Estas fechas se encontraron entre sí de tal manera, que me pareció reconocer en eso un llamado especial para venir aquí. Y es donde hoy estoy. Vine para agradecer a la Divina Providencia, en este lugar, que la Madre de Dios parece haber escogido de modo tan particular. "Misericordiae Domini, quia non sumus consumpti" - Fue gracias al Señor que no fuimos aniquilados (Lam. 3- 22) - repito una vez más con el Profeta. Vine, efectivamente, sobre todo para proclamar aquí la gloria del mismo Dios: "Bendito sea el Señor Dios, Creador del Cielo y de la Tierra", quiero repetir con las palabras de la Liturgia de hoy (Judt. 13-18). Y al Creador del Cielo y de la Tierra elevo también aquel especial himno de gloria, que es Ella propia: la Madre Inmaculada del Verbo Encarnado: "Bendita seas, hija mía, por el Dios Altísimo / Más que todas las mujeres sobre la Tierra... / La confianza que tuviste no será olvidada por los hombres, / Y ellos han de recordar siempre el poder de Dios. / Así Dios te enaltezca eternamente" (Ibid. 13, 18-20). En base a este canto de alabanza, que la Iglesia entona con alegría, aquí como en tantos lugares de la tierra, está la incomparable elección de una hija del género humano para ser Madre de Dios. Y por eso sea sobre todo adorado Dios: Padre, Hijo, y Espíritu Santo. Sea bendita y venerada María, prototipo de la Iglesia, como "habitación de la Santísima Trinidad".
5. A partir de aquel momento en que Jesús, al morir en la Cruz, dijo a Juan: "He aquí a tu Madre", y a partir del momento en que el discípulo "La recibió en su casa", el misterio de la maternidad espiritual de María tuvo su realización en la historia con una amplitud sin límites. Maternidad quiere decir solicitud por la vida del hijo. Ora sí, María es madre de todos los hombres, su desvelo por la vida del hombre se reviste de un alcance universal. La dedicación de cualquier madre abarca al hombre todo. La maternidad de María tiene su inicio en los cuidados maternos con Cristo. En Cristo, a los pies de la Cruz, Ella aceptó a Juan y, en él, aceptó a todos los hombres y al hombre totalmente. María abraza a todos, con una solicitud particular, en el Espíritu Santo. Es Él, efectivamente, "Aquel que da la vida", como profesamos en el Credo. Y Él que da la plenitud de la vida, con apertura para la eternidad. La maternidad espiritual de María es, pues, participación en el poder del Espíritu Santo, en el poder de Aquel "que da la vida". Y es al mismo tiempo, el servicio humilde de Aquella que dice de sí misma: "He aquí la sierva del Señor" (Luc. 1-38). A la luz del misterio de la maternidad espiritual de María, busquemos entender el extraordinario mensaje que, desde aquí, de Fátima, comenzó a resonar por todo el mundo, desde el día 13 de Mayo de 1917, y que se prolongó durante cinco meses, hasta el día 13 de Octubre del mismo año.
6. La Iglesia enseñó siempre, y continúa en proclamar, que la revelación de Dios fue llevada a la consumación en Jesucristo, que es la plenitud de la misma, y que "no se ha de esperar ninguna otra revelación pública, antes de la gloriosa manifestación de nuestro Señor Jesucristo " (Dei Verbum, 4). La misma Iglesia aprecia y juzga las revelaciones privadas según el criterio de su conformidad con aquella única Revelación pública. Así, si la Iglesia aceptó el mensaje de Fátima, es sobre todo porque contiene una verdad y un llamado que, en su contenido fundamental, son la verdad y el llamado del propio Evangelio. "Convertíos (haced penitencia), y creed en la Buena Nueva (Mc. 1-15): son estas las primeras palabras del Mesías dirigidas a la humanidad. Y el mensaje de Fátima, en su núcleo fundamental, es el llamado a la conversión y a la penitencia, como en el Evangelio. Este llamado fue hecho en los inicios del siglo veinte y, por lo tanto, fue dirigido, de un modo particular a este mismo siglo. La Señora del mensaje parecía leer, con una perspicacia especial, las "señales de los tiempos", las señales de nuestro tiempo. El llamado a la penitencia es un llamado maternal; y, al mismo tiempo, es enérgico y hecho con decisión. La caridad que "se congratula con la verdad"(1Cor 13- 6) sabe ser clara y firme. El llamado a la penitencia, como siempre anda unido al llamado a la oración. En conformidad con la tradición de muchos siglos, la Señora del mensaje de Fátima, indica el rosario que bien se puede definir "la oración de María": la oración en la cual Ella se siente particularmente unida con nosotros. Ella misma reza con nosotros. Con esta oración del rosario se abarcan los problemas de la Iglesia, de la Sede de Pedro, los problemas del mundo entero. Además de esto, se recuerdan a los pecadores, para que se conviertan y se salven, y las almas del Purgatorio. Las palabras del mensaje fueron dirigidas a niños, cuya edad iba de los siete a los diez años. Los niños, como Bernadette de Lourdes, son particularmente privilegiados en estas apariciones de la Madre de Dios. De aquí deriva el hecho también de la simplicidad de su mensaje, de acuerdo con la capacidad de comprensión infantil. Los niñitos de Fátima se tornaron en los interlocutores de la Señora del mensaje y también sus colaboradores. Uno de ellos todavía está vivo.
7. Cuando Jesús dijo desde lo alto de la Cruz: "Señora, he aquí a Tu hijo" (Io. 19, 26), abrió, de manera nueva, el Corazón de Su Madre, el corazón Inmaculado, y le reveló la nueva dimensión del amor y el nuevo alcance del amor al que Ella fuera llamada, en el Espíritu Santo, en virtud del sacrificio de la Cruz. En las palabras del mensaje de Fátima nos parece encontrar precisamente esta dimensión del amor materno, el cual con su amplitud, abarca todos los caminos del hombre en dirección a Dios: tanto aquellos que siguen sobre la tierra, como aquellos que, a través del Purgatorio, llevan más allá de la tierra. La solicitud de la Madre del Salvador, se identifica con la solicitud por la obra de la salvación: la obra de Su Hijo. Es solicitud por la salvación, por la eterna salvación de todos los hombres. Al completarse sesenta y cinco años, después de aquel día 13 de Mayo de 1917, es difícil no descubrir cómo este amor salvador de la Madre abraza en su amplitud, de un modo particular, nuestro siglo. A la luz del amor materno, nosotros comprendemos todo el mensaje de Nuestra Señora de Fátima. Aquello que se opone más directamente al caminar del hombre en dirección a Dios es el pecado, el perseverar en el pecado, en fin, la negación de Dios. El apartar el nombre de Dios del mundo y del pensamiento humano. La separación de Él de toda la actividad terrenal del hombre. El rechazo de Dios por parte del hombre. En verdad, la salvación eterna del hombre solamente en Dios se encuentra. El rechazo de Dios por parte del hombre puede tornarse definitivo, lógicamente conduce al rechazo del hombre por parte de Dios (Cfr. Mat. 7- 23; 10- 33), a la condena. ¿Podrá la Madre, que desea la salvación de todos los hombres, con toda la fuerza de su amor que alimenta en el Espíritu Santo, podrá Ella quedarse callada acerca de aquello que mina las propias bases de esta salvación? No, no puede! Por eso, el mensaje de Nuestra Señora de Fátima, tan maternal, se presenta al mismo tiempo tan fuerte y decidido. Hasta parece severo. Es como si hablase Juan Bautista en las márgenes del río Jordán. Exhorta a la penitencia. Advierte. Llama a la oración. Recomienda el rosario. Este mensaje es dirigido a todos los hombres. El amor de la Madre del Salvador llega hasta donde quiere que se extienda la obra de la salvación. Y objeto de Su desvelo son todos los hombres de nuestra época y, al mismo tiempo, las sociedades, las naciones y los pueblos. Las sociedades amenazadas por la apostasía, amenazadas por la degradación moral. La derrocada de la moralidad trae consigo la derrocada de las sociedades.
8. Cristo dijo desde lo alto de la Cruz: "Señora, he aquí a Tu hijo". Y, con tales palabras, abrió, de un modo nuevo, el Corazón de Su Madre. Poco después, la lanza del soldado romano traspasó el costado del Crucificado. Aquel corazón traspasado se tornó en la señal de la redención, realizada mediante la muerte del Cordero de Dios. El Corazón Inmaculado de María abierto por las palabras - "Señora, He aquí a Tu Hijo" - se encuentra espiritualmente con el Corazón del Hijo traspasado por la lanza del soldado. El Corazón de María fue abierto por el mismo amor para el hombre y para el mundo conque Cristo amó, ofreciéndose a Sí mismo por ellos, sobre la Cruz, hasta aquel golpe de la lanza del soldado. Consagrar el mundo al Corazón Inmaculado de María, significa aproximarnos, mediante la intercesión de la Madre, de la propia Fuente de Vida, nacida en Gólgota. Este Manantial brota ininterrumpidamente, saliendo de él la redención y la gracia. En él se realiza continuamente la reparación por los pecados del mundo. Tal Manantial es sin cesar Fuente de vida nueva y de santidad. Consagrar el mundo al Inmaculado Corazón de la Madre significa volver de nuevo junto a la Cruz del Hijo. Pero quiere decir, además: consagrar este mundo al Corazón traspasado del Salvador, reconduciéndolo a la propia fuente de Redención. La Redención es siempre mayor que el pecado del hombre y que "el pecado del mundo". La fuerza de la Redención supera infinitamente toda especie de mal, que está en el hombre y en el mundo. El Corazón de la Madre está consciente de eso, como ningún otro corazón en todo el cosmos, visible e invisible. Y para eso hace la llamada. Llama no solamente a la conversión. Nos llama a que nos dejemos auxiliar por Ella, como Madre, para volvernos nuevamente a la fuente de la Redención.
9. Consagrarse a María Santísima significa recurrir a su auxilio y ofrecernos a nosotros mismos y ofrecer la humanidad a Aquel que es Santo, infinitamente Santo; valerse de su auxilio - recurriendo a su Corazón de Madre abierto junto a la Cruz al amor para con todos los hombres y para con el mundo entero - para ofrecer el mundo, y el hombre, y la humanidad, y todas las naciones, a Aquel que es infinitamente Santo. La santidad de Dios se manifestó en la redención del hombre, del mundo, de la humanidad entera y de las naciones: redención esta que se realizó mediante el sacrificio de la Cruz. "Por ellos, Yo me consagro a Mí mismo", había dicho Jesús" (Io. 17, 19). El mundo y el hombre fueron consagrados con la potencia de la Redención. Fueron confiados a Aquel que es infinitamente Santo. Fueron ofrecidos y entregados al propio Amor, al Amor misericordioso. La Madre de Cristo nos llama y nos exhorta a unirnos a la Iglesia del Dios vivo, en esta consagración del mundo, en este acto de entrega mediante el cual el mismo mundo, la humanidad, las naciones y todos y cada uno de los hombres son ofrecidos al Eterno Padre, envueltos con la virtud de la Redención de Cristo. Son ofrecidos en el Corazón del Redentor traspasado en la Cruz. La Madre del Redentor nos llama, nos invita y nos ayuda para unirnos a esta consagración, a este acto de entrega del mundo. Entonces nos encontraremos, de hecho, lo más próximo posible del Corazón de Cristo traspasado en la Cruz.
10. El contenido del llamado de Nuestra Señora de Fátima está tan profundamente radicado en el Evangelio y en toda la Tradición, que la Iglesia se siente interpelada por ese mensaje. Ella respondió a la interpelación mediante el Siervo de Dios Pío XII (cuya ordenación episcopal se realizara precisamente el 13 de Mayo de 1917), el cual quiso consagrar al Inmaculado Corazón de María el género humano y especialmente los Pueblos de Rusia. ¿Con esa consagración no habrá él, por ventura, correspondido a la elocuencia evangélica del llamado de Fátima? El Concilio Vaticano II, en la Constitución dogmática sobre la Iglesia "Lumen Gentium" y en la Constitución pastoral sobre la Iglesia en el Mundo Contemporáneo "Gaudium et Spes" explicó ampliamente las razones de los lazos que unen la Iglesia con el mundo de hoy. Al mismo tiempo sus enseñanzas sobre la presencia especial de María en el misterio de Cristo y de la Iglesia, maduraron en el acto en que Pablo VI, al llamar a María también Madre de la Iglesia, indicaba de manera más profunda el carácter de su unión con la misma Iglesia y de Su solicitud por el mundo, por la humanidad, por cada uno de los hombres y por todas las naciones: su maternidad. De este modo, fue todavía más profundizada la comprensión del sentido de la entrega, que la Iglesia es llamada a efectuar, recurriendo al auxilio del Corazón de la Madre de Cristo y nuestra Madre.
11. ¿Y cómo es que se presenta hoy delante de la Santa Madre que engendró al Hijo de Dios, en su Santuario de Fátima, Juan Pablo II, sucesor de Pedro y continuador de la obra de Pío, de Juan y de Pablo y particular heredero del Concilio Vaticano II? Se presenta con ansiedad, a hacer la relectura, de aquel llamado materno a la penitencia y a la conversión, de aquel llamado ardiente del Corazón de María, que se hizo oír aquí en Fátima, hace sesenta y cinco años. Sí, releerlo, con el corazón amargado, porque ve cuántos hombres, cuántas sociedades y cuántos cristianos, se fueron en dirección opuesta a aquella que fue indicada por el mensaje de Fátima. El pecado adquirió así un fuerte derecho de ciudadanía y la negación de Dios se difundió en las ideologías, en las concepciones y en los programas humanos! Y precisamente por eso, la invitación evangélica a la penitencia y a la conversión, expresa en las palabras de la Madre, continúa todavía actual. Más actual que hace sesenta y cinco años atrás. Y hasta más urgente.
Es por eso también que tal invitación será el próximo asunto del Sínodo de los Obispos, el año que viene, Sínodo para el cual ya estamos preparando. El sucesor de Pedro se presenta aquí también como testimonio de los inmensos sufrimientos del hombre, como testimonio de las amenazas casi apocalípticas, que pesan sobre las naciones y sobre la humanidad. Y busca abrazar estos sufrimientos con su débil corazón humano, al mismo tiempo que se pone bien delante del misterio del Corazón: del Corazón de la Madre, del Corazón Inmaculado de María. En virtud de esos sufrimientos, con la consciencia del mal que deambula por el mundo y amenaza al hombre, a las naciones y a la humanidad, el sucesor de Pedro se presenta aquí con una fe mayor en la redención del mundo: fe en aquel Amor salvador que es siempre mayor, siempre más fuerte que todos los males. Así, si por un lado el corazón se oprime, por el sentido del pecado del mundo, como resultado de la serie de amenazas que aumentan en el mundo, por otro lado, el mismo corazón humano se siente dilatar con la esperanza, al poner en práctica una vez más aquello que mis Predecesores ya hicieron: entregar y confiar el mundo al Corazón de la Madre, confiarle especialmente aquellos pueblos, que, de modo particular, tengan necesidad de ello. Este acto equivale a entregar y a confiar el mundo a Aquel que es Santidad infinita. Esta Santidad significa redención, significa amor más fuerte que el mal. Jamás algún "pecado del mundo" podrá superar este Amor. Una vez más. Efectivamente, el llamado de María no es para una sola vez. Él continúa abierto para las generaciones que se renuevan, para ser correspondido de acuerdo con las "señales de los tiempos" siempre nuevas. A Él se debe volver incesantemente. Hay que retomarlo siempre de nuevo.
12. Escribe el Autor del Apocalipsis: "Vi después la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del Cielo, de la presencia de Dios, lista como novia adornada para su esposo. Y, del trono, oí una voz potente que decía: He aquí la morada de Dios entre los hombres. Dios ha de vivir entre ellos: ellos mismos serán Su pueblo y Él propio - Dios-con-ellos - será Su Dios" (Apoc. 21- 2ss). La Iglesia vive de esta fe. Con tal fe camina el Pueblo de Dios. "La morada de Dios entre los hombres" ya está sobre la tierra. Y en ella está el Corazón de la Esposa y de la Madre, María Santísima, adornado con la gema de la Inmaculada Concepción: el Corazón de la Esposa y de la Madre, abierto junto a la Cruz por la palabra del Hijo, para un nuevo y gran amor del hombre y del mundo. El Corazón de la Esposa y de la Madre, conocedora de todos los sufrimientos de los hombres y de las sociedades sobre la faz de la tierra. El Pueblo de Dios es peregrino por los caminos de este mundo en dirección escatológica. Está en peregrinación para la eterna Jerusalén, para la "morada de Dios entre los hombres". Allá, donde Dios "ha de secarles todas las lágrimas de los ojos; la muerte dejará de existir, y no habrá más luto, ni clamor, ni fatiga. Lo que había anteriormente desapareció" (Cfr. Apoc. 21-4).
Pero "lo que había anteriormente" todavía perdura. Y es eso precisamente lo que constituye el espacio temporal de nuestra peregrinación. Por eso, miremos para "Aquel que está sentado en el trono" que dice: "Voy a renovar todas las cosas" (Cfr. Ibid. 21, 5). Y juntamente con el Evangelista y Apóstol, busquemos ver con los ojos de la fe "el nuevo cielo y la nueva tierra", porque el "primer cielo y la primera tierra" ya pasaron... Entre tanto, hasta ahora, "el primer cielo y la primera tierra" continúan, estando siempre a nuestro alrededor y dentro de nosotros. No podemos ignorarlo. Eso nos permite, sin embargo, reconocer qué gracia inmensa fue concedida al hombre cuando en medio de este peregrinar, en el horizonte de la fe de nuestros tiempos, se encendió esa "Señal grandiosa: una Mujer"! Sí, verdaderamente podemos repetir: "Bendita seas, hija, por el Dios altísimo, más que todas las mujeres sobre la Tierra! ... Procediendo con rectitud, en la presencia de nuestro Dios, ... Aliviaste nuestro abatimiento". Verdaderamente, Bendita sois Vos! Sí, aquí y en toda la Iglesia, en el corazón de cada uno de los hombres y en el mundo entero: sea bendita oh María, nuestra Madre dulcísima!