(…) Su Majestad arranca las malas hierbas y ha de plantar
las buenas. Pues hagamos cuenta que está ya hecho esto cuando se determina a
tener oración un alma y lo ha comenzado a usar. Y con ayuda de Dios hemos de
procurar, como buenos hortelanos, que crezcan estas plantas y tener cuidado de
regarlas para que no se pierdan, sino que vengan a echar flores que den de sí
gran olor para dar recreación a este Señor nuestro, y así se venga a deleitar
muchas veces a esta huerta y a holgarse entre estas virtudes.
Santa Teresa de
Jesús.
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