De los tratados de san Agustín, obispo, sobre el evangelio de san Juan (Tratado 15,10-12.16-17: CCL 36,154-156)
Llega una mujer. Se trata aquí de una figura de la Iglesia, no santa aún, pero sí a punto de serlo; de esto, en efecto, habla nuestra lectura. La mujer llegó sin saber nada, encontró a Jesús, y él se puso a hablar con ella. Veamos cómo y por qué. Llega una mujer de Samaría a sacar agua. Los samaritanos no tenían nada que ver con los judíos; no eran del pueblo elegido. Y esto ya significa algo: aquella mujer, que representaba a la Iglesia, era una extranjera, porque la Iglesia iba a ser constituida por gente extraña al pueblo de Israel.
Pensemos, pues, que aquí se está hablando ya de nosotros: reconozcámonos en la mujer, y, como incluidos en ella, demos gracias a Dios. La mujer no era más que una figura, no era la realidad; sin embargo, ella sirvió de figura; y luego vino la realidad. Creyó, efectivamente, en aquel que quiso darnos en ella una figura. Llega, pues, a sacar agua.
Jesús le dice: «Dame de beber». Sus discípulos se habían ido al pueblo a comprar comida. La samaritana le dice: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?" Porque los judíos no se tratan con los samaritanos.
Ved cómo se trata aquí de extranjeros: los judíos no querían ni siquiera usar sus vasijas. Y como aquella mujer llevaba una vasija para sacar el agua, se asombró de que un judío le pidiera de beber, pues no acostumbraban a hacer esto los judíos. Pero aquel que le pedía de beber tenía sed, en realidad, de la fe de aquella mujer.
Fíjate en quién era aquel que le pedía de beber: Jesús le contestó: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te pide de beber, le pedirías tú, y él te daría agua viva.
Le pedía de beber, y fue él mismo quien prometió darle el agua. Se presenta como quien tiene indigencia, como quien espera algo, y le promete abundancia, como quien está dispuesto a dar hasta la saciedad. Si conocieras —dice— el don de Dios. El don de Dios es el Espíritu Santo. A pesar de que no habla aún claramente a la mujer, ya va penetrando, poco a poco, en su corazón y ya la está adoctrinando. ¿Podría encontrarse algo más suave y más bondadoso que esta exhortación? Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te pide de beber, le pedirías tú, y él te daría agua viva. ¿De qué agua iba a darle, sino de aquella de la que está escrito: En ti está la fuente viva? Y ¿cómo podrán tener sed los que se nutren de lo sabroso de tu casa?
De manera que le estaba ofreciendo un manjar apetitoso y la saciedad del Espíritu Santo, pero ella no lo acababa de entender; y como no lo entendía, ¿qué respondió? La mujer le dice: «Señor, dame esa agua: así no tendré más sed, ni tendré que venir aquí a sacarla. Por una parte, su indigencia la forzaba al trabajo, pero, por otra, su debilidad rehuía el trabajo. Ojalá hubiera podido escuchar: Venid a mi todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Esto era precisamente lo que Jesús quería darle a entender, para que no se sintiera ya agobiada; pero la mujer aún no lo entendía.
jueves, 30 de marzo de 2017
miércoles, 29 de marzo de 2017
Palabras del Papa (Tiempo de Cuaresma) IV
La Palabra es un don
El Evangelio del rico y el pobre Lázaro nos ayuda a prepararnos bien para la Pascua que se acerca. La liturgia del Miércoles de Ceniza nos invita a vivir una experiencia semejante a la que el rico ha vivido de manera muy dramática. El sacerdote, mientras impone la ceniza en la cabeza, dice las siguientes palabras: «Acuérdate de que eres polvo y al polvo volverás». El rico y el pobre, en efecto, mueren, y la parte principal de la parábola se desarrolla en el más allá. Los dos personajes descubren de repente que «sin nada vinimos al mundo, y sin nada nos iremos de él» (1 Tm 6,7).
También nuestra mirada se dirige al más allá, donde el rico mantiene un diálogo con Abraham, al que llama «padre» (Lc16,24.27), demostrando que pertenece al pueblo de Dios. Este aspecto hace que su vida sea todavía más contradictoria, ya que hasta ahora no se había dicho nada de su relación con Dios. En efecto, en su vida no había lugar para Dios, siendo él mismo su único dios.
El rico sólo reconoce a Lázaro en medio de los tormentos de la otra vida, y quiere que sea el pobre quien le alivie su sufrimiento con un poco de agua. Los gestos que se piden a Lázaro son semejantes a los que el rico hubiera tenido que hacer y nunca realizó. Abraham, sin embargo, le explica: «Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en vida, y Lázaro, a su vez, males: por eso encuentra aquí consuelo, mientras que tú padeces» (v. 25). En el más allá se restablece una cierta equidad y los males de la vida se equilibran con los bienes.
La parábola se prolonga, y de esta manera su mensaje se dirige a todos los cristianos. En efecto, el rico, cuyos hermanos todavía viven, pide a Abraham que les envíe a Lázaro para advertirles; pero Abraham le responde: «Tienen a Moisés y a los profetas; que los escuchen» (v. 29). Y, frente a la objeción del rico, añade: «Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso ni aunque resucite un muerto» (v. 31).
De esta manera se descubre el verdadero problema del rico: la raíz de sus males está en no prestar oído a la Palabra de Dios; esto es lo que le llevó a no amar ya a Dios y por tanto a despreciar al prójimo. La Palabra de Dios es una fuerza viva, capaz de suscitar la conversión del corazón de los hombres y orientar nuevamente a Dios. Cerrar el corazón al don de Dios que habla tiene como efecto cerrar el corazón al don del hermano.
Queridos hermanos y hermanas, la Cuaresma es el tiempo propicio para renovarse en el encuentro con Cristo vivo en su Palabra, en los sacramentos y en el prójimo. El Señor ―que en los cuarenta días que pasó en el desierto venció los engaños del Tentador― nos muestra el camino a seguir. Que el Espíritu Santo nos guíe a realizar un verdadero camino de conversión, para redescubrir el don de la Palabra de Dios, ser purificados del pecado que nos ciega y servir a Cristo presente en los hermanos necesitados. Animo a todos los fieles a que manifiesten también esta renovación espiritual participando en las campañas de Cuaresma que muchas organizaciones de la Iglesia promueven en distintas partes del mundo para que aumente la cultura del encuentro en la única familia humana. Oremos unos por otros para que, participando de la victoria de Cristo, sepamos abrir nuestras puertas a los débiles y a los pobres. Entonces viviremos y daremos un testimonio pleno de la alegría de la Pascua.
lunes, 27 de marzo de 2017
sábado, 25 de marzo de 2017
Gratia Plena- Pensamientos sobre María
(Sermón 67, n.17). San Juan de Ávila.
jueves, 23 de marzo de 2017
La voz de los Santos- San Agustín. La Pasión de todo el Cuerpo de Cristo
De los comentarios de san Agustín, obispo, sobre los salmos
(Salmo 140, 4-6: CCL 40, 2028-2029)
Señor, te he llamado, ven deprisa. Esto lo podemos decir todos. No lo digo yo solo, lo dice el Cristo total. Pero se refiere, sobre todo, a su cuerpo personal; ya que; cuando se encontraba en este mundo, Cristo oró con su ser de carne, oró al Padre con su cuerpo, y, mientras oraba, gotas de sangre destilaban de todo su cuerpo. Así está escrito en el Evangelio: Jesús oraba con más insistencia, y sudaba como gotas de sangre. ¿Qué quiere decir el flujo de sangre de todo su cuerpo sino la pasión de los mártires de la Iglesia?
Señor, te he llamado, ven deprisa; escucha mi voz cuando te llamo. Pensabas que ya estaba resuelta la cuestión de la plegaria con decir: Te he llamado. Has llamado, pero no te quedes ya tranquilo. Si se acaba la tribulación, se acaba la llamada; pero si, en cambio, la tribulación de la Iglesia y del cuerpo de Cristo continúa hasta el fin de los tiempos, no sólo has de decir: Te he llamado, ven deprisa, sino también: Escucha mi voz cuando te llamo.
Suba mi oración como incienso en tu presencia, el alzar de mis manos como ofrenda de la tarde. Cualquier cristiano sabe que esto suele referirse a la misma cabeza de la Iglesia. Pues, cuando ya el día declinaba hacia su atardecer, el Señor entregó, en la cruz, el alma que después había de recobrar, porque no la perdió en contra de su voluntad. Pero también nosotros estábamos representados allí. Pues lo que de él colgó en la cruz era lo que había recibido de nosotros. Si no, ¿cómo es posible que, en un momento dado, Dios Padre aleje de sí y abandone a su único Hijo; que es un solo Dios con él? Y, no obstante, al clavar nuestra debilidad en la cruz, donde, como dice el Apóstol, nuestro hombre viejo ha sido crucificado con él, exclamó con la voz de aquel mismo hombre nuestro: Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado?
Por tanto, la ofrenda de la tarde fue la pasión del Señor, la cruz del Señor, la oblación de la víctima saludable, el holocausto acepto a Dios. Aquella ofrenda de la tarde se convirtió en ofrenda matutina por la resurrección. La oración brota, pues, pura y directa del corazón creyente, como se eleva desde el ara santa el incienso. No hay nada más agradable que el aroma del Señor: que todos los creyentes huelan así.
Así, pues, nuestro hombre viejo —son palabras del Apóstol— ha sido crucificado con Cristo, quedando destruida nuestra personalidad de pecadores y nosotros libres de la esclavitud del pecado.
(Salmo 140, 4-6: CCL 40, 2028-2029)
Señor, te he llamado, ven deprisa. Esto lo podemos decir todos. No lo digo yo solo, lo dice el Cristo total. Pero se refiere, sobre todo, a su cuerpo personal; ya que; cuando se encontraba en este mundo, Cristo oró con su ser de carne, oró al Padre con su cuerpo, y, mientras oraba, gotas de sangre destilaban de todo su cuerpo. Así está escrito en el Evangelio: Jesús oraba con más insistencia, y sudaba como gotas de sangre. ¿Qué quiere decir el flujo de sangre de todo su cuerpo sino la pasión de los mártires de la Iglesia?
Señor, te he llamado, ven deprisa; escucha mi voz cuando te llamo. Pensabas que ya estaba resuelta la cuestión de la plegaria con decir: Te he llamado. Has llamado, pero no te quedes ya tranquilo. Si se acaba la tribulación, se acaba la llamada; pero si, en cambio, la tribulación de la Iglesia y del cuerpo de Cristo continúa hasta el fin de los tiempos, no sólo has de decir: Te he llamado, ven deprisa, sino también: Escucha mi voz cuando te llamo.
Suba mi oración como incienso en tu presencia, el alzar de mis manos como ofrenda de la tarde. Cualquier cristiano sabe que esto suele referirse a la misma cabeza de la Iglesia. Pues, cuando ya el día declinaba hacia su atardecer, el Señor entregó, en la cruz, el alma que después había de recobrar, porque no la perdió en contra de su voluntad. Pero también nosotros estábamos representados allí. Pues lo que de él colgó en la cruz era lo que había recibido de nosotros. Si no, ¿cómo es posible que, en un momento dado, Dios Padre aleje de sí y abandone a su único Hijo; que es un solo Dios con él? Y, no obstante, al clavar nuestra debilidad en la cruz, donde, como dice el Apóstol, nuestro hombre viejo ha sido crucificado con él, exclamó con la voz de aquel mismo hombre nuestro: Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado?
Por tanto, la ofrenda de la tarde fue la pasión del Señor, la cruz del Señor, la oblación de la víctima saludable, el holocausto acepto a Dios. Aquella ofrenda de la tarde se convirtió en ofrenda matutina por la resurrección. La oración brota, pues, pura y directa del corazón creyente, como se eleva desde el ara santa el incienso. No hay nada más agradable que el aroma del Señor: que todos los creyentes huelan así.
Así, pues, nuestro hombre viejo —son palabras del Apóstol— ha sido crucificado con Cristo, quedando destruida nuestra personalidad de pecadores y nosotros libres de la esclavitud del pecado.
miércoles, 22 de marzo de 2017
Palabras del Papa (Tiempo de Cuaresma) III
El pecado nos ciega
La parábola es despiadada al mostrar las contradicciones en las que se encuentra el rico (cf. v. 19). Este personaje, al contrario que el pobre Lázaro, no tiene un nombre, se le califica sólo como «rico». Su opulencia se manifiesta en la ropa que viste, de un lujo exagerado. La púrpura, en efecto, era muy valiosa, más que la plata y el oro, y por eso estaba reservada a las divinidades (cf. Jr 10,9) y a los reyes (cf. Jc 8,26). La tela era de un lino especial que contribuía a dar al aspecto un carácter casi sagrado. Por tanto, la riqueza de este hombre es excesiva, también porque la exhibía de manera habitual todos los días: «Banqueteaba espléndidamente cada día» (v. 19). En él se vislumbra de forma patente la corrupción del pecado, que se realiza en tres momentos sucesivos: el amor al dinero, la vanidad y la soberbia (cf. Homilía, 20 septiembre 2013).
El apóstol Pablo dice que «la codicia es la raíz de todos los males» (1 Tm 6,10). Esta es la causa principal de la corrupción y fuente de envidias, pleitos y recelos. El dinero puede llegar a dominarnos hasta convertirse en un ídolo tiránico (cf. Exh. ap. Evangelii gaudium, 55). En lugar de ser un instrumento a nuestro servicio para hacer el bien y ejercer la solidaridad con los demás, el dinero puede someternos, a nosotros y a todo el mundo, a una lógica egoísta que no deja lugar al amor e impide la paz.
La parábola nos muestra cómo la codicia del rico lo hace vanidoso. Su personalidad se desarrolla en la apariencia, en hacer ver a los demás lo que él se puede permitir. Pero la apariencia esconde un vacío interior. Su vida está prisionera de la exterioridad, de la dimensión más superficial y efímera de la existencia (cf. ibíd., 62).
El peldaño más bajo de esta decadencia moral es la soberbia. El hombre rico se viste como si fuera un rey, simula las maneras de un dios, olvidando que es simplemente un mortal. Para el hombre corrompido por el amor a las riquezas, no existe otra cosa que el propio yo, y por eso las personas que están a su alrededor no merecen su atención. El fruto del apego al dinero es una especie de ceguera: el rico no ve al pobre hambriento, llagado y postrado en su humillación.
Cuando miramos a este personaje, se entiende por qué el Evangelio condena con tanta claridad el amor al dinero: «Nadie puede estar al servicio de dos amos. Porque despreciará a uno y querrá al otro; o, al contrario, se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero» (Mt 6,24).
3. La Palabra es un don
El Evangelio del rico y el pobre Lázaro nos ayuda a prepararnos bien para la Pascua que se acerca. La liturgia del Miércoles de Ceniza nos invita a vivir una experiencia semejante a la que el rico ha vivido de manera muy dramática. El sacerdote, mientras impone la ceniza en la cabeza, dice las siguientes palabras: «Acuérdate de que eres polvo y al polvo volverás». El rico y el pobre, en efecto, mueren, y la parte principal de la parábola se desarrolla en el más allá. Los dos personajes descubren de repente que «sin nada vinimos al mundo, y sin nada nos iremos de él» (1 Tm 6,7).
También nuestra mirada se dirige al más allá, donde el rico mantiene un diálogo con Abraham, al que llama «padre» (Lc16,24.27), demostrando que pertenece al pueblo de Dios. Este aspecto hace que su vida sea todavía más contradictoria, ya que hasta ahora no se había dicho nada de su relación con Dios. En efecto, en su vida no había lugar para Dios, siendo él mismo su único dios.
El rico sólo reconoce a Lázaro en medio de los tormentos de la otra vida, y quiere que sea el pobre quien le alivie su sufrimiento con un poco de agua. Los gestos que se piden a Lázaro son semejantes a los que el rico hubiera tenido que hacer y nunca realizó. Abraham, sin embargo, le explica: «Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en vida, y Lázaro, a su vez, males: por eso encuentra aquí consuelo, mientras que tú padeces» (v. 25). En el más allá se restablece una cierta equidad y los males de la vida se equilibran con los bienes.
La parábola se prolonga, y de esta manera su mensaje se dirige a todos los cristianos. En efecto, el rico, cuyos hermanos todavía viven, pide a Abraham que les envíe a Lázaro para advertirles; pero Abraham le responde: «Tienen a Moisés y a los profetas; que los escuchen» (v. 29). Y, frente a la objeción del rico, añade: «Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso ni aunque resucite un muerto» (v. 31).
De esta manera se descubre el verdadero problema del rico: la raíz de sus males está en no prestar oído a la Palabra de Dios; esto es lo que le llevó a no amar ya a Dios y por tanto a despreciar al prójimo. La Palabra de Dios es una fuerza viva, capaz de suscitar la conversión del corazón de los hombres y orientar nuevamente a Dios. Cerrar el corazón al don de Dios que habla tiene como efecto cerrar el corazón al don del hermano.
Queridos hermanos y hermanas, la Cuaresma es el tiempo propicio para renovarse en el encuentro con Cristo vivo en su Palabra, en los sacramentos y en el prójimo. El Señor ―que en los cuarenta días que pasó en el desierto venció los engaños del Tentador― nos muestra el camino a seguir. Que el Espíritu Santo nos guíe a realizar un verdadero camino de conversión, para redescubrir el don de la Palabra de Dios, ser purificados del pecado que nos ciega y servir a Cristo presente en los hermanos necesitados. Animo a todos los fieles a que manifiesten también esta renovación espiritual participando en las campañas de Cuaresma que muchas organizaciones de la Iglesia promueven en distintas partes del mundo para que aumente la cultura del encuentro en la única familia humana. Oremos unos por otros para que, participando de la victoria de Cristo, sepamos abrir nuestras puertas a los débiles y a los pobres. Entonces viviremos y daremos un testimonio pleno de la alegría de la Pascua.
martes, 21 de marzo de 2017
Cine en tiempo Cuaresmal- "De dioses y hombres" de Xavier Beauvois
Sinopsis
Un monasterio en las montañas del Magreb en los años noventa. Ocho monjes cistercienses viven en perfecta armonía con la población musulmana, trabajando con ellos y participando en sus celebraciones. Inesperadamente, asesinan a un grupo de trabajadores extranjeros. El ejército ofrece protección a los monjes, pero estos la rechazan. Al poco tiempo, les visita el grupo armado que dice haber perpetrado la matanza. El prior se mantiene firme y les convence para que se vayan, pero algunos monjes quieren abandonar el monasterio. El prior les pide que reflexionen y que la decisión sea colectiva. Los monjes curan a varios terroristas heridos y el ejército se enfurece. Pero ahora saben lo que quieren, se quedarán cueste lo que cueste.
cueste lo que cueste.
Un monasterio en las montañas del Magreb en los años noventa. Ocho monjes cistercienses viven en perfecta armonía con la población musulmana, trabajando con ellos y participando en sus celebraciones. Inesperadamente, asesinan a un grupo de trabajadores extranjeros. El ejército ofrece protección a los monjes, pero estos la rechazan. Al poco tiempo, les visita el grupo armado que dice haber perpetrado la matanza. El prior se mantiene firme y les convence para que se vayan, pero algunos monjes quieren abandonar el monasterio. El prior les pide que reflexionen y que la decisión sea colectiva. Los monjes curan a varios terroristas heridos y el ejército se enfurece. Pero ahora saben lo que quieren, se quedarán cueste lo que cueste.
cueste lo que cueste.
lunes, 20 de marzo de 2017
domingo, 19 de marzo de 2017
Solemnidad de San José- Esposo de María y Custodio de Nuestro Señor Jesucristo
Del Evangelio de San Mateo (1,16.18-21.24a):
Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo.
El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera:
María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.
José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo:
- «José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados.»
Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor.
sábado, 18 de marzo de 2017
Gratia Plena- Pensamientos sobre María
Mater Dolorosa- Murillo
"El mismo Jesús reveló a la beata Mónica de Binasco que él se complace mucho en ver que se siente compasión por su Madre, y así le habló: Hija, agradezco mucho las lágrimas que se derraman por mi pasión; pero amando con amor inmenso a mi Madre María, me es sumamente grata la meditación en los dolores que ella padeció en mi muerte.
Por eso son tan grandes las gracias prometidas por Jesús a los devotos de los dolores de María. Refiere Pelbarto haberse revelado a Santa Isabel, que San Juan, después de la Asunción de la Virgen, ardía en deseos de verla; y obtuvo la gracia pues se le apareció su amada Madre y con ella Jesucristo. Oyó que María le pedía a su divino Hijo, gracias especiales para los devotos de sus dolores. Y Jesús le prometió estas gracias especiales:
1ª. Que el que invoque a la Madre de Dios recordando sus dolores, tendrá la gracia de hacer verdadera penitencia de todos sus pecados.
2ª. Que los consolará en sus tribulaciones, especialmente en la hora de la muerte.
3ª. Que imprimirá en sus almas el recuerdo de su Pasión y en el cielo se lo premiará.
4ª. Que confiará estos devotos a María para que disponga de ellos según su agrado y les obtenga todas las gracias que desee".
San Alfonso María de Ligorio
viernes, 17 de marzo de 2017
Tercer viernes de Cuaresma- Santísimo Cristo de la Buena Muerte
En estos viernes cuaresmales hemos estado reflexionando sobre aspectos de la Pasión y Muerte de Cristo. No es casualidad que hoy nos detengamos ante el misterio de la Buena Muerte de nuestro Redentor. Su padre de adopción, San José es el Patrón de la Buena Muerte cuya festividad celebraremos este domingo. El motivo de este patronazgo se debe a que según la tradición terminó su caminar por la vida junto a la Santísima Virgen y Jesucristo. Todo ello nos hace reflexionar sobre el momento culminante de silencio que se produce tras la Expiración, se rasga el velo del Templo que es Jescucristo y la Tierra queda en tinieblas hasta que se produzca la esperada Resurrección.
La imagen con la que meditamos hoy es la del Santísimo Cristo de la Buena Muerte que se venera en la Parroquia de Nuestra Señora de la Asunción de Alcantarilla y es titular de la Cofradía del mismo nombre. Esta talla fue realizada a principios de los años 50 por el escultor José Noguera y desfiló por primera vez por las calles de Alcantarilla 1955 en la noche de Miércoles Santo. Es una procesión verdaderamente sobria, penitencial y llena de un profundo silencio, roto por el redoble de los tambores que marcan el paso del Crucificado.
jueves, 16 de marzo de 2017
La voz de los Santos- San Agustín- En Cristo fuimos tentados, en él vencimos al diablo
De los comentarios de San Agustín, obispo, sobre los salmos (Salmo 60, 2-3: CCL 39, 766)
Dios mío, escucha mi clamor, atiende a mi súplica. ¿Quién es el que habla? Parece que sea uno solo. Pero veamos si es uno solo: Te invoco desde los confines de la tierra con el corazón abatido. Por lo tanto, se invoca desde los confines de la tierra, no es uno solo; y, sin embargo, es uno solo, porque Cristo es uno solo, y todos nosotros somos sus miembros. ¿Y quién es ese único hombre que clama desde los confines de la tierra? Los que invocan desde los confines de la tierra son los llamados a aquella herencia, a propósito de la cual se dijo al mismo Hijo: Pídemelo: te daré en herencia las naciones, en posesión, los confines de la tierra. De manera que quien clama desde los confines de la tierra es el cuerpo de Cristo, la heredad de Cristo, la única Iglesia de Cristo, esta unidad que formamos todos nosotros.
Y ¿qué es lo que pide? Lo que he dicho antes: Dios mío escucha mi clamor, atiende a mi súplica; te invoco desde los confines de la tierra. O sea: Esto que pido, lo pido desde los confines de la tierra, es decir, desde todas partes.
Pero, ¿por qué ha invocado así? Porque tenía el corazón abatido. Con ello da a entender que el Señor se halla presente en todos los pueblos y en los hombres del orbe entero no con gran gloria, sino con graves tentaciones.
Pues nuestra vida en medio de esta peregrinación no puede estar sin tentaciones, ya que nuestro progreso se realiza precisamente a través de la tentación, y nadie se conoce a sí mismo si no es tentado, ni puede ser coronado si no ha vencido, ni vencer si no ha combatido, ni combatir si carece de enemigo y de tentaciones.
Éste que invoca desde los confines de la tierra está angustiado, pero no se encuentra abandonado. Porque a nosotros mismos, esto es, a su cuerpo, quiso prefigurarnos también en aquel cuerpo suyo en el que ya murió, resucitó y ascendió al cielo, a fin de que sus miembros no desesperen de llegar adonde su cabeza los precedió.
De forma que nos incluyó en sí mismo cuando quiso verse tentado por Satanás. Nos acaban de leer que Jesucristo, nuestro Señor, se dejó tentar por el diablo. ¡Nada menos que Cristo tentado por el diablo! Pero en Cristo estabas siendo tentado tú, porque Cristo tenía de ti la carne, y de él procedía para ti la salvación; de ti procedía la muerte para él, y de él para ti la vida; de ti para él los ultrajes, y de él para ti los honores; en definitiva, de ti para él la tentación, y de él para ti la victoria.
Si hemos sido tentados en él, también en él vencemos al diablo. Te fijas en que Cristo fue tentado, y no te fijas en que venció? Reconócete a ti mismo tentado en él, y reconócete también vencedor en él. Podía haber evitado al diablo; pero, si no hubiese sido tentado, no te habría aleccionado para la victoria cuando tú fueras tentado.
miércoles, 15 de marzo de 2017
Palabras del Papa (Tiempo de Cuaresma) II
El otro es un don
La parábola comienza presentando a los dos personajes principales, pero el pobre es el que viene descrito con más detalle: él se encuentra en una situación desesperada y no tiene fuerza ni para levantarse, está echado a la puerta del rico y come las migajas que caen de su mesa, tiene llagas por todo el cuerpo y los perros vienen a lamérselas (cf. vv. 20-21). El cuadro es sombrío, y el hombre degradado y humillado.
La escena resulta aún más dramática si consideramos que el pobre se llama Lázaro: un nombre repleto de promesas, que significa literalmente «Dios ayuda». Este no es un personaje anónimo, tiene rasgos precisos y se presenta como alguien con una historia personal. Mientras que para el rico es como si fuera invisible, para nosotros es alguien conocido y casi familiar, tiene un rostro; y, como tal, es un don, un tesoro de valor incalculable, un ser querido, amado, recordado por Dios, aunque su condición concreta sea la de un desecho humano (cf. Homilía, 8 enero 2016).
Lázaro nos enseña que el otro es un don. La justa relación con las personas consiste en reconocer con gratitud su valor. Incluso el pobre en la puerta del rico, no es una carga molesta, sino una llamada a convertirse y a cambiar de vida. La primera invitación que nos hace esta parábola es la de abrir la puerta de nuestro corazón al otro, porque cada persona es un don, sea vecino nuestro o un pobre desconocido. La Cuaresma es un tiempo propicio para abrir la puerta a cualquier necesitado y reconocer en él o en ella el rostro de Cristo. Cada uno de nosotros los encontramos en nuestro camino. Cada vida que encontramos es un don y merece acogida, respeto y amor. La Palabra de Dios nos ayuda a abrir los ojos para acoger la vida y amarla, sobre todo cuando es débil. Pero para hacer esto hay que tomar en serio también lo que el Evangelio nos revela acerca del hombre rico.
martes, 14 de marzo de 2017
Cine en tiempo cuaresmal- "Te puede pasar a ti"
En el camino de la Cuaresma, comenzamos esta sección de cine católico. En particular, lo iniciamos con la película documental Te puede pasar a ti. Esta producción de Juan Manuel Cotelo muestra conversiones al cristianismo de gente atea y en la antípodas de la fe católica. Como ejemplo mostramos un fragmento del capítulo 1.
SINOPSIS
En su pandilla había matones, narcotraficantes y blanqueadores de dinero. En su habitación, un mural del infierno: “Satán era mi patrón”. Cinco novias: “No las llamaba por su nombre, para no equivocarme”. Varios coqueteos con la muerte le llevan a reflexionar por primera vez. “Contemplé mi vida en fotografías y no me gustó lo que vi. Tenía que cambiar”. Hoy, Juango es sacerdote.
lunes, 13 de marzo de 2017
domingo, 12 de marzo de 2017
Palabra de Vida- II Domingo de Cuaresma
Lectura del santo evangelio según san Mateo (17,1-9):
En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan y se los llevó aparte a una montaña alta. Se transfiguró delante de ellos, y su rostro resplandecía como el sol, y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. Y se les aparecieron Moisés y Elías conversando con él.
Pedro, entonces, tomó la palabra y dijo a Jesús: «Señor, ¡qué bien se está aquí! Sí quieres, haré tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.»
Todavía estaba hablando cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra, y una voz desde la nube decía: «Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escuchadlo.» Al oírlo, los discípulos cayeron de bruces, llenos de espanto.
Jesús se acercó y, tocándolos, les dijo: «Levantaos, no temáis.» Al alzar los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús, solo.
Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó: «No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos.»
Palabra del Señor
Homilía del Padre Fray Ismael González O.P.
En este segundo domingo de Cuaresma escuchamos en el Evangelio el relato de la transfiguración del Señor. Vislumbramos la gloria. Se nos anticipa el cielo. De algún modo, recién iniciada la andadura cuaresmal, se nos deja entrever cuál es el final de la misma. La resurrección, realidad gloriosa del ser, da sentido a nuestro caminar. Como dirá San Pablo, «si Cristo no ha resucitado vana es nuestra fe» (1 Cor 15, 14).
En definitiva, la Palabra de Dios en este domingo, se nos presenta condensada por cuatro verbos y una invitación. Por un lado, los verbos: salir, tomar parte, subir, escuchar, bajar… dotan de vitalidad al conjunto del mensaje y nos ayudan a configurar nuestra identidad creyente, a fraguar nuestra esperanza en la resurrección y a vivir la caridad en el barro de nuestra historia. Por otro lado, una invitación: contemplar. Contemplar la gloria Dios. Contemplar, convirtiendo ‘nuestros modos de ver’ en los ‘modos del mirar de Dios’. Contemplar, como impulso para la misión. Contemplar, gestando al interior, palabras para el tiempo oportuno. «Hasta que el Hijo del hombre resucite», es la medida cumplida del tiempo. Ahora nos toca a nosotros ser narración para los demás de una gloria que hemos contemplado por la fe en Cristo Jesús.
Fuente: http://www.dominicos.org
sábado, 11 de marzo de 2017
Gratia Plena- Pensamientos sobre María
"Si ustedes desean asistir a la Sagrada Misa con devoción y obtener frutos, piensen en la Madre Dolorosa al pie del Calvario." San Pío de Pieltrecina.
viernes, 10 de marzo de 2017
Segundo viernes de Cuaresma- Santísima y Vera Cruz de Caravaca y su Indulgencia Jubilar
Mirando a la Cruz de Cristo comenzamos este segundo viernes de Cuaresma. La ciudad santa de Caravaca alberga en un "lignum crucis", una astilla del madero en el que Jesucristo murió crucificado, entregándose por nosotros y amando y perdonando hasta el extremo. En el Vía Crucis decimos "Te adoramos oh Cristo y te bendecimos que por tu Santa Cruz redimiste al mundo". Al mirar el madero santo debemos recordar el precio de nuestra Salvación y el camino que hemos de emprender para poder vislumbrar la Gloria que nos aguarda en la Jerusalén Celeste.
Precisamente, la ciudad de Caravaca de la Cruz nos ofrece la oportunidad de alcanzar la Indulgencia Plenaria, concedida por la Santa Sede a aquellos que, con fe y rechazando todo pecado, confiesen sacramentalmente y acudan en peregrinación hacia la Basílica de la Santísima y Vera Cruz, participen en la Santa Misa y reciban la Sagrada Comunión. La Indulgencia Plenaria supone la remisión absoluta de todas las penas causadas por nuestros pecados, cuando morimos, aún si lo hacemos en Gracia de Dios habremos de alcanzar una purificación, pero si hemos alcanzado la Indulgencia esta purificación no es ya necesaria, pues ya la hemos alcanzado en vida por pura gracia. En este tiempo de conversión cuaresmal conviene tener presente de una manera singular el valor de la Cruz de Cristo y de las Indulgencias como instrumento de santificación.
Precisamente, la ciudad de Caravaca de la Cruz nos ofrece la oportunidad de alcanzar la Indulgencia Plenaria, concedida por la Santa Sede a aquellos que, con fe y rechazando todo pecado, confiesen sacramentalmente y acudan en peregrinación hacia la Basílica de la Santísima y Vera Cruz, participen en la Santa Misa y reciban la Sagrada Comunión. La Indulgencia Plenaria supone la remisión absoluta de todas las penas causadas por nuestros pecados, cuando morimos, aún si lo hacemos en Gracia de Dios habremos de alcanzar una purificación, pero si hemos alcanzado la Indulgencia esta purificación no es ya necesaria, pues ya la hemos alcanzado en vida por pura gracia. En este tiempo de conversión cuaresmal conviene tener presente de una manera singular el valor de la Cruz de Cristo y de las Indulgencias como instrumento de santificación.
jueves, 9 de marzo de 2017
Bajada de Cuaresma de Nuestra Señora de la Fuensanta 2017
Hoy tendrá lugar la Bajada de Nuestra Señora de la Fuensanta, Patrona de Murcia, a la Catedral con motivo de la Cuaresma y del XC Aniversario de su Coronación Canónica. Saldrá del Santuario a las 15:00.
miércoles, 8 de marzo de 2017
Palabras del Papa (Tiempo de Cuaresma) I
Durante la Cuaresma iremos reflexionando sobre las enseñanzas del Papa para este tiempo de conversión.
Queridos hermanos y hermanas:
La Cuaresma es un nuevo comienzo, un camino que nos lleva a un destino seguro: la Pascua de Resurrección, la victoria de Cristo sobre la muerte. Y en este tiempo recibimos siempre una fuerte llamada a la conversión: el cristiano está llamado a volver a Dios «de todo corazón» (Jl 2,12), a no contentarse con una vida mediocre, sino a crecer en la amistad con el Señor. Jesús es el amigo fiel que nunca nos abandona, porque incluso cuando pecamos espera pacientemente que volvamos a él y, con esta espera, manifiesta su voluntad de perdonar (cf. Homilía, 8 enero 2016).
La Cuaresma es un tiempo propicio para intensificar la vida del espíritu a través de los medios santos que la Iglesia nos ofrece: el ayuno, la oración y la limosna. En la base de todo está la Palabra de Dios, que en este tiempo se nos invita a escuchar y a meditar con mayor frecuencia. En concreto, quisiera centrarme aquí en la parábola del hombre rico y el pobre Lázaro (cf. Lc16,19-31). Dejémonos guiar por este relato tan significativo, que nos da la clave para entender cómo hemos de comportarnos para alcanzar la verdadera felicidad y la vida eterna, exhortándonos a una sincera conversión.
lunes, 6 de marzo de 2017
domingo, 5 de marzo de 2017
Palabra de Vida- I Domingo de Cuaresma
Lectura del santo evangelio según san Mateo (4,1-11):
EN aquel tiempo, Jesús fue llevado al desierto por el Espíritu para ser tentado por el diablo. Y después de ayunar cuarenta días con sus cuarenta noches, al fin sintió hambre.
El tentador se le acercó y le dijo:
«Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes».
Pero él le contestó:
«Está escrito: “No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”».
Entonces el diablo lo llevó a la ciudad santa, lo puso en el alero del templo y le dijo:
«Si eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: “Ha dado órdenes a sus ángeles acerca de ti y te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece con las piedras”».
Jesús le dijo:
«También está escrito: “No tentarás al Señor, tu Dios”».
De nuevo el diablo lo llevó a un monte altísimo y le mostró los
reinos del mundo y su gloria, y le dijo:
«Todo esto te daré, si te postras y me adoras».
Entonces le dijo Jesús:
«Vete, Satanás, porque está escrito: “Al Señor, tu Dios, adorarás y a él solo darás culto”».
Entonces lo dejó el diablo, y he aquí que se acercaron los ángeles y lo servían.
Palabra del Señor
EN aquel tiempo, Jesús fue llevado al desierto por el Espíritu para ser tentado por el diablo. Y después de ayunar cuarenta días con sus cuarenta noches, al fin sintió hambre.
El tentador se le acercó y le dijo:
«Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes».
Pero él le contestó:
«Está escrito: “No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”».
Entonces el diablo lo llevó a la ciudad santa, lo puso en el alero del templo y le dijo:
«Si eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: “Ha dado órdenes a sus ángeles acerca de ti y te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece con las piedras”».
Jesús le dijo:
«También está escrito: “No tentarás al Señor, tu Dios”».
De nuevo el diablo lo llevó a un monte altísimo y le mostró los
reinos del mundo y su gloria, y le dijo:
«Todo esto te daré, si te postras y me adoras».
Entonces le dijo Jesús:
«Vete, Satanás, porque está escrito: “Al Señor, tu Dios, adorarás y a él solo darás culto”».
Entonces lo dejó el diablo, y he aquí que se acercaron los ángeles y lo servían.
Palabra del Señor
Homilía del Padre Fray Alexis González O.P.
El ser humano no siempre es consciente de la capacidad de vida que tiene; el aliento de vida que recibió desde la creación tendría que ser suficiente para comprender con qué amor ha sido modelado. Sin embargo, el ser humano no está contento con la vida recibida ni con la semejanza ofrecida, sino que deja de ser quien es para pretender convertirse en quien no es. Asume un papel de suplantación como pretensión de querer ser como un Dios, la imagen de Dios por la desfiguración.
El comer del fruto del árbol del bien y del mal es una manera de vivir sin límites, donde nada me autolimita. La autonomía absoluta comprende el rechazo de Dios, de vivir a imagen y semejanza.
La Cuaresma nos hace reflexionar en un desierto de carencias, donde se nos propone una recreación realizada en Cristo.
Fuente: http://www.dominicos.org
Fuente: http://www.dominicos.org
sábado, 4 de marzo de 2017
Gratia Plena- Pensamientos sobre María
Nuestra Señora de los Dolores. (Quito-Ecuador)
¡Oh María! Quien te mira se queda reconfortado en todos sus dolores, tribulaciones y penas y vence todas las tentaciones. Quien no sepa lo que Dios es, que recurra a ti, ¡oh María! Quien no encuentre misericordia en Dios, que recurra a ti, ¡oh María! Quien no se conforme con la voluntad de Dios, que recurra a ti, ¡oh María! Quien sienta desfallecer, que recurra a ti que eres fortaleza y poder.
Quien se encuentra en una lucha continua, que recurra a ti que eres un mar pacífico . Quien se encuentre en tentación, que recurra a ti que eres madre de humildad y no hay nada que ahuyente tan fácilmente al demonio como la humildad. Que acuda a ti, que acuda a ti, ¡oh María!
Santa María Magdalena de Pazzi, I Coloquio
viernes, 3 de marzo de 2017
Rezando- Oración al comienzo de la Cuaresma
“Mi Padre ve en lo secreto” (Mateo 6,6)
Señor, al comenzar esta Cuaresma
Te pedimos que nos des un corazón puro,
Una gran paz interior,
Una gran claridad sobre el gran horizonte
Que se nos abre en este tiempo santo,
Sobre lo que tú quieres que vivamos en nuestras familias,
En nuestras comunidades, en nuestras parroquias.
Tú estás oculto en medio de nosotros haciendo tu obra,
Aún allí donde hay indiferencia,
En esta civilización que camina velozmente,
En la que todo es de afán y nos somete a situaciones de tensión.
Señor, que podamos tener una mirada pacífica y profunda
Sobre lo que tenemos que hacer en estos días
Y haz que todos podamos ver tu rostro
En todas las situaciones complejas y difíciles
De nuestra historia personal y nacional.
Te agradecemos, Señor, porque ahora tenemos la oportunidad
De encontrarnos contigo en la calma de la oración,
En el sacrificio del silencio,
En la humildad de la adoración.
Que podamos dilatar nuestro corazón
De manera que podamos recibir los dones de la Cuaresma.
Y si no somos capaces de hacerlo por nosotros mismos,
Hazlo tú Señor:
Ábrenos a la voz y a la acción purificadora
De tu Espíritu que nos llama a la conversión,
De manera que podamos entrar una vez más
En ese camino de transformación cristiana,
Interior, actual, discreta, sencilla,
Que se expresa en cada signo de la Cuaresma.
Te pedimos de manera especial
Que podamos comprender tus hermosas palabras
Del primer día de la Cuaresma,
El que marcamos con el signo de la ceniza,
Cuando tú nos dijiste que tu Padre conoce lo secreto.
Este secreto nuestro que no es más que la rutina de lo cotidiano,
Rutina que banaliza las cosas importantes,
Que tapa los momentos heroicos de la vida,
Pero que por otra parte contiene la clave de la santidad humilde,
En la jornada de trabajo que estamos a punto de comenzar,
En la vida comunitaria que nos sostiene,
En la vida familiar donde vivimos tantas alegrías y tantas pruebas,
En la vida de la parroquia, tan importante para nuestra vida cristiana;
Y aún en el día de descanso,
Que ojalá tengamos la oportunidad de disfrutar.
Sí Jesús, pero también más allá
O más adentro de los aspectos ruidosos
Que nos envuelven en cada jornada,
Está el secreto de lo oculto cotidiano,
En el cual habita el Padre.
Qué hermoso, Señor,
Poder descubrir la presencia del Padre
En lo más profundo de nuestro ser,
Así como la descubrió María en su hermoso silencio orante,
Así como la conoció Pablo de Tarso en su largo silencio en Damasco,
Al inicio de su itinerario de conversión,
Así como la descubriste Tú en el silencio
De tus cuarenta días en el desierto,
Cuando nos enseñaste a vivir la escuela de la Cuaresma.
Eso es lo que nos invitas a vivir ahora contigo, Señor,
Caminando detrás de ti,
Apropiándonos de nuestra propia Cruz
Con la mirada puesta en la tuya.
Es así como deseas que conozcamos
El rostro bendito de tu Padre que está en lo secreto,
Este Padre que, sabiendo nuestros secretos, nos resucitará.
Amén.
P. Fidel Oñoro
Primer viernes de marzo- Besar los pies a Jesucristo
Ofrecemos un poema que expresa con belleza el significado y el sentido cristiano de esta tradición. El gesto debe ir acompañado de un deseo de conversión y de la participación en los sacramentos, sin la cual todo carece de sentido, en estos momentos, es necesario recordar la importancia de los sacramentales, pero siempre ligada a los sacramentos que manan directamente de la Fuente que es Jesucristo.
En la imagen el Santísimo Cristo de Medinaceli que se venera en la Basílica del mismo nombre en Madrid.
No es devoción falsa y loca
traer besos en la boca
nacidos del corazón;
es como mejor se invoca
y, a la vez, se otorga un don.
Así dio la Magdalena
dolor y amor en su escena.
Así te damos, Señor,
plegaria, cariño y pena
en todo un beso de amor.
Autor: Fray Mauricio de Begoña.
jueves, 2 de marzo de 2017
Santa Eulalia de Mérida. Patrona de Totana
Comenzamos la Cuaresma con el ejemplo de una Santa excepcional que recibió la palma del martirio en tiempos del emperador Diocleciano. Santa Eulalia renunció a adorar ídolos y a quemar incienso ante dioses falsos y aquello le costó la vida. Recibió así la herencia prometida por Jesucristo y su nombre se hizo grande en la Iglesia, hasta el gran filósofo y Obispo de Hipona San Agustín la nombró en sus sermones. La imagen con la que meditamos sobre esta santa se venera en el municipio murciano de Totana del que es Patrona y en el que se la venera con gran devoción.
- Santa Eulalia de Mérida.
- Patrona de Totana (Murcia).
- Escultor: José María Pondosa y Bravo.
- Lugar de veneración: Santuario de Santa Eulalia. Totana.
- El día 9 de diciembre se traslada en Romería a la Iglesia de Santiago, el día 10 tiene lugar su Festividad con una Solemne Procesión por las calles de Totana. El 7 de enero tiene lugar su retorno al Santuario con su Romería más tradicional.
- Instituciones que la veneran:
* Fundación la Santa de Totana.
* Más información en: http://www.lasanta.es
- Instituciones que la veneran:
* Fundación la Santa de Totana.
* Más información en: http://www.lasanta.es
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