Un luchador, el Papa Gelasio. Sube al Solio romano en el 496 y en cuatro años llega a extinguir las derivaciones paganas y las herejías como el maniqueísmo, el monofisismo, o el pelagianismo. Algunos de sus principios en materia eclesial son tan avanzados que se los acoge como del Vaticano II.
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