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invoquemos con confianza su ayuda, así como la protección de los ángeles
custodios, cuya fiesta celebraremos dentro de algunos días, el 2 de octubre. La
presencia invisible de estos espíritus bienaventurados nos es de gran ayuda y
consuelo: caminan a nuestro lado y nos protegen en toda circunstancia, nos defienden
de los peligros y podemos recurrir a ellos en cualquier momento. Muchos santos
mantuvieron con los ángeles una relación de verdadera amistad, y son numerosos
los episodios que testimonian su ayuda en ocasiones particulares. Como recuerda
la carta a los Hebreos, los ángeles son enviados por Dios "a asistir a los
que han de heredar la salvación" (Hb 1, 14), y, por tanto, son para
nosotros un auxilio valioso durante nuestra peregrinación terrena hacia la
patria celestial».
Papa
Emérito Benedicto XVI.
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